CON MIS OJOS
Soy mujer, y me encanta
Me gusta ser mujer. No por los argumentos de algunos ignorantes que creen que es fácil. Me siento feliz con mis cromosomas XX y agradecida de haber nacido en un momento en que, gracias a las luchas de otras muchas mujeres, tengo la oportunidad de desarrollar mis anhelos. Además de mujer, soy feminista. Esa palabra que asusta tanto a hombres y mujeres es una ideología hermosa que busca justicia, armonía y felicidad. Para que el statu quo cediera privilegios, las primeras feministas tuvieron que provocar una ruptura. Protestaron, con toda la creatividad que caracteriza a las luchas populares, por su derecho a trabajar, a ganar el mismo salario que sus compañeros por el mismo esfuerzo, por su derecho a una sexualidad plena. Esas mujeres lucharon por mis títulos universitarios, por mi independencia económica, por mi calidad de vida. Las mujeres por las que hoy mucha gente manda flores y chocolates murieron en 1908 calcinadas en una factoría porque querían justicia: horarios y condiciones de labor más humanos y salarios decentes. Las mujeres que hoy celebramos fueron, en 1917, rusas, y su huelga por “pan y paz” desencadenó eventos que impulsaron la caída del zar. Y aunque hoy las feministas luchamos en planos distintos, en una sociedad más abierta que la de nuestras antecesoras, siguen muriendo mujeres por ser mujeres, porque hay hombres que las creen suyas. Hoy, en 2009, hay quienes insisten en la discriminación basada en el género: menos salario, menos libertad, menos vida. La buena noticia es que hombres y mujeres estamos juntos en la pelea por ese mundo más justo y feliz que desea el feminismo. Porque resulta que hay hombres feministas y nos acompañan en este afán. La discriminación y la desigualdad persisten, pero los pasos que damos para borrarlos del mapa aumentan. Y eso me hace feliz de ser mujer.