FIGURAS DE ESTE MUNDO
La persecución de Nerón
Nerón fue el primer emperador que persiguió al cristianismo en Roma. Su delirio de grandeza y terrible crueldad alcanzó con todo su furor a los seguidores de Cristo. Ya antes, poco después de llegar al poder en el año 54 d.C., había cometido acciones sangrientas y arbitrarias, como pocas en la historia. Asesinó a su madre Agripina, a sus esposas Octavia y Popea, a su cuñado Británico y a su maestro y ministro Séneca. En la noche del 18 de octubre del año 64, mientras Roma ardía en llamas, entonó, acompañado de la lira, un himno a la destrucción de Troya. Sospechoso ante el pueblo de haber provocado el incendio, Nerón se adelantó a acusar a los cristianos del hecho y mandó a perseguirlos. “Además de matarles (a los cristianos) –cuenta el historiador Tácito- se les hizo servir de entretenimiento para el pueblo. Se les vistió de pieles de bestias para que los perros los mataran a dentelladas. Otros fueron crucificados. Y a otros se les prendió fuego al caer la noche, para que la iluminaran…Todo esto hizo que se despertara la misericordia del pueblo… pues se veía que no se les destruía para el bien público, sino para satisfacer la crueldad de una persona”. Pedro y Pablo fueron, según se cree, de los mártires de Nerón. En el año 68, el Senado romano, cansado de la tiranía neroniana, destituyó al emperador; y éste huyó de Roma. Al ser descubierto, se hizo estrangular por un esclavo. La tradición le atribuye estas últimas palabras: “¡Qué artista pierde el mundo!”. Jesús aseguró que todos los mártires y perseguidos por causa de Él serán reivindicados. En el Sermón de la Montaña, dijo: “Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os achaquen falsamente cualquier cosa mala a causa de mí. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es abundante en los cielos”.