Necesitamos un mundo más humano y compasivo

De Cerca

Celeste Pérez.

Celeste Pérez.Víctor Ramírez/LD

El reciente y trágico suceso en Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, donde una adolescente de 18 años perdió la vida a manos de una supuesta amiga de 21, ha sacudido la consciencia de toda la nación. La madre de la víctima, con un llanto desgarrador, clama por justicia en medio de la profunda conmoción que ha generado este terrible acontecimiento.

La joven fue apuñalada más de 15 veces en diferentes partes de su cuerpo. La autora confesa, quien se entregó voluntariamente a las autoridades, admitió haber planeado dormir a "su amiga" con un producto químico para luego quitarle la vida. Una escena de horror de un mundo marcado por la prisa y la superficialidad, y que invita a una profunda reflexión sobre la insensibilidad y la crueldad que puede anidar en el corazón humano.

¿Cómo es posible que alguien sea capaz de infligir tanto dolor a otro ser humano, especialmente a alguien a quien alguna vez consideró cercano?

Esta pregunta nos lleva a examinar más de cerca el entorno en el que crecen nuestros hijos y la influencia que tienen sobre ellos los mensajes que reciben a diario. La respuesta, aunque compleja, comienza en el hogar. Y a modo general, como padres, somos los primeros modelos a seguir. Ellos absorben nuestras actitudes y comportamientos desde una edad temprana, aprendiendo de nosotros lo que significa ser compasivos y solidarios con los demás.

La sociedad actual, inundada de imágenes de violencia y crueldad presenta un desafío sin precedentes para quienes deseamos criar hijos compasivos y solidarios. La normalización de la resolución de conflictos a través de la violencia y la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno son mensajes que escuchan de manera constante.

Hoy debemos esforzarnos por inculcar en nuestros hijos una sensibilidad profunda hacia el dolor ajeno. La empatía y la compasión no son solo deseables, son fundamentales para construir una sociedad más humana.

Es necesario promover en el hogar valores de justicia para que nuestros hijos no sean indiferentes ante el sufrimiento de los demás. Debemos enseñarles a valorar y respetar los sentimientos ajenos, y a reconocer que la empatía es un poderoso antídoto contra el odio y la intolerancia.

En un mundo cada vez más conectado, es crucial que comprendan y se preocupen por el sufrimiento de quienes están más allá de sus fronteras. Debemos involucrarlos en actividades de servicio comunitario y fomentar la discusión abierta sobre temas de injusticia y sufrimiento.

Cultivar la sensibilidad hacia el dolor ajeno es una tarea urgente y fundamental porque también estamos contribuyendo a la construcción de un mundo más humano y compasivo.

¡Hasta el lunes!

Tags relacionados