De Cerca
Lo que aprendí de Katherine Motyka
Gracias a la invitación de Sol Disla, asistí al encuentro Liderazgo Empresarial Femenino, organizado por la Asociación de Jóvenes Empresarios (Anje). Una actividad que reunió a un grupo de importantes damas con la intención de visibilizar el rol de las empresarias en el desarrollo económico, social y político de República Dominicana.
Las expresidentes de la entidad fueron reconocidas por los aportes realizados durante su gestión, y por trillar un camino a las generaciones siguientes. Elena Viyella de Paliza, Maribel Gassó, Ligia Bonetti, Marisol Vicens, Lara Guerrero, Laura Peña, Biviana Riveiro y Susana Martínez, protagonizaron emotivas escenas salpicadas de motivación para los presentes, tras agradecer la distinción.
El programa incluyó, además, un panel sobre la mujer en los medios de comunicación y la intervención, siempre magistral, de la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía, quien valoró las huellas que la mujer ha dejado en cada espacio donde elige desarrollarse profesionalmente.
Katherine Motyka, fundadora de iniciativa social Jompéame, tuvo la responsabilidad de abrir. Y no pudo ser mejor la elección. Ella, a pesar de ser egresada de Ingeniera Industrial en INTEC, estudios que recalcó cursó con una beca, se motivó a ayudar a las personas necesitadas, y sin proponérselo se ha convertido en un referente de filantropía.
Katherine une su vocación de servicio y esfuerzo a personas y empresas para recaudar fondos que sirven para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los dominicanos que viven en extrema pobreza o que padecen alguna enfermedad que no pueden tratar por la falta de recursos económicos. Su discurso
Motyka llegó a la elegante sala de exhibición de la marca Infiniti sin pretender ser lo que no era. Vestida de forma sencilla y sin maquillaje.
En su alocución, con la sinceridad que la caracteriza, dijo que, “iba pensando en el trayecto qué podía enseñar a quienes la esperaban, cuando su mamá todavía la mantenía y no era empresaria”. Confesó que al ver la dimensión del encuentro pensó en que si se hubiese imaginado “todo aquello” se devolvía.
Como era de esperarse, fue precisamente su autenticidad la que logró desprender los aplausos del público que atento la escuchaba, y dejar una huella en el corazón de muchos de los presentes.
Y sí, yo aprendí, Katherine. Aprendí que el éxito no siempre está detrás del escritorio en una lujosa oficina. Tampoco se viste de lino o de seda. El éxito es hacer con pasión lo que hayas elegido, es aportar a la sociedad desde donde estés, y dejar de lado tus propias prioridades para ayudar al prójimo.
En ese escenario brillaste como un diamante. Y tu rostro se iluminaba al compartir los detalles de todo lo que haces en favor de otros. Y sí, tienes mucho para enseñar, nunca lo pongas en duda. Dios te bendiga.
¡Hasta el lunes!