Algo qué contar
La historia de Francia Márquez, primera mujer negra en Colombia, que de empleada doméstica llega a vicepresidente electa
Visité Colombia en el Gobierno de Alvaro Uribe y en ese momento su campaña “Descubra a Colombia a través de su corazón”, quería mostrar al mundo que era un país hermoso de grandes atractivos turísticos, con buenas personas y seguro. Lejos de la guerrilla y conflictos.
Fui invitada, junto a tour operadores, por una cadena de hoteles que mostró lo mejor de consumir en ese momento.
Hasta hoy vagaba en mi la imagen de esa ciudad fabulosa, donde vi pedigüenos hermosos de tez blanca y entre los transeúntes no recuerdo haber visto muchos negros, pero tampoco sabía que era una población tan predominante hasta que vi en las noticias que el próximo 7 de agosto, en Colombia, Gustavo Petro y Francia Márquez será presidente y vicepresidente, respectivamente.
Mujeres que cambian el mundo El fenómeno de esta contienda electoral ha sido la figura de Francia Márquez, una activista ambiental, oriunda del Cauca, un departamento montañoso en el suroeste de Colombia, que con su discurso inclusivo, logró movilizar décadas de frustraciones acumuladas de los votantes, especialmente, los de su raza afroacolombiana. Ella, es negra, en un país donde los de su raza suelen ser objeto de insultos y trato racistas, según ellas, lo que constituye un desafío sin precedente en la historia de Colombia. Nunca se había visto una mujer de orígenes humildes enfrentarse con tanto coraje a la clase económica pudiente, machista, y patriarcal, que a veces, define el lugar de una persona en la sociedad. Sus orígenes Su infancia fue como la de muchos de su región, criada en casas de sus abuelos maternos y paternos. Su madre es partera, agricultora, minera y su padre, agrominero y obrero. A la edad de 16 años tuvo el primero, de sus dos hijos, que crió cómo madre soltera y trabajando como minera de oro artesanal en su municipio y empleada doméstica. Cuenta que creció durmiendo en un piso de tierra y hace dos años se graduó de abogada.
Ella sale a la palestra pública muy joven cuando se opuso a la explotación minera indiscriminada y a la entrega de título, debido al impacto negativo de estas actividades del medio ambiente y que también provocaba el desplazamiento forzado de sus descendientes afroamericano. Esto le valió amenazas y atentados contra su vida, pero también el reconocimiento internacional como defensora de derechos humanos. Esta labor la hace merecedora de los premios Goldman, de medio ambiente y Joan Alsina de Derechos Humanos y posteriormente presidenta del Consejo Nacional de Paz y Convivencia en el año 2020.
Con su movimiento “Soy porque somos” el 23 de marzo de 2022 fue anunciada como candidata a la vicepresidencia desde donde trabajará por la discriminación sistémica, la diversidad sexual, erradicar racismo estructural en las comunidades étnicas indígenas y afrodescendientes. El mundo está cambiando Su mayor ambición es la creación del Ministerio de la Igualdad que propone reducir las brechas sociales que hacen que sea uno de los países más desiguales de Suramérica. Según los expertos, su lenguaje inclusivo y su lema “Los nadie y las nadie” y “Vivir sabrosos” que apela a que todos tengan las mismas oportunidades, más su filosofía “Soy porque somos” que se refiere a que existe un lazo universal que conecta a toda la humanidad, convencieron al electorado. En una entrevista realizada por Andrea Díaz, BBC News mundo, la periodista le pregunta cómo es la vida de “los nadie y las nadie”, a lo que ella contestó: “Se siente mucha impotencia de vivir en medio de necesidades básicas insatisfechasa”.
Ella es oriunda de una comunidad donde todavía no hay agua potable, ni servicios de electricidad, escuela deterioradas y están a seis horas de la cabecera municipal y las personas llegan caminando y cuando enferman no hay forma de sacarlo para llevarlo a un centro de salud y a todo esto, se le suma la situación del miedo por los conflictos armados. A veces hay que salir corriendo y desplazarse. Es muy difícil vivir con miedo”. Dice un refrán que cuando la barba del vecino arde, ponga la suya en remojo.