De Cerca
El orgullo dominicano
A don Manuel lo conocí hace años, trabajaba de taxista antes de que la revolución de las aplicaciones digitales fuera una preocupación para quienes hacían de ese oficio su medio de subsistencia económica.
Recuerdo que, como muchos dominicanos, cada mes de febrero le brotaba por los poros el orgullo de la nacionalidad. En su carro exhibía la Bandera Nacional, en el espejo retrovisor colgaba una diminuta tambora, y en su cabeza una gorra con la frase enorme: “Soy dominicano”. Solo en febrero
Lo curioso, es que este especial promotor de la dominicanidad, pasado el mes de febrero olvidaba aquel ferviente patriotismo y empezaba a lucir una gorra con la bandera de Estados Unidos. Y lo más sorprendente, lo hacía con igual orgullo.
En aquel entonces ir a vivir a New York era el sueño de mucha gente. Y don Manuel esperaba su turno. Tiempo después supe que había logrado obtener residencia americana y junto a su familia se había marchado en busca de mejor suerte.
Recordé a don Manuel porque el recién pasado fin de semana he visto a muchos como él, que durante las festividades de las fechas patrias inundan sus redes sociales con mensajes e imágenes alusivas a la conmemoración de la Independencia Nacional, pero no les causa remordimiento tirar la basura en la calle, cruzar un semáforo en rojo, violar el orden de una fila o continuar caminando cuando escuchan las notas del Himno Nacional. Educar en valores
Cuando yo estaba en el colegio era un gran privilegio ser escogida para izar la Bandera. Estar sobre aquella pequeña tarima en frente de todos los alumnos, simbolizaba una distinción por las calificaciones y el comportamiento. Recuerdo la emoción de aquellos días, mi madre me hacía un peinado especial, la ansiedad no me dejaba dormir y llegaba más temprano que de costumbre porque me sentía protagonista del día. De alguna manera, esos momentos influyeron para que hoy día me interese tanto por los temas relacionados. Amar a la Patria
Mucho más que compartir una docena de fotografías, amar a la Patria es interesarse por la historia, reconocer y respetar la obra de quienes nos precedieron en la construcción de la nación. Es cumplir con la Ley y ser ejemplo para nuestros hijos, cultivar en ellos el sentido de pertenencia, honrar nuestras raíces y cultura.
Construir una sociedad en valores es una tarea que inicia en el hogar, reforzada y ampliada en los centros educativos y regulada por las leyes. Es un trabajo en equipo que dará sus frutos. Así, cuando esta generación crezca, tendrá consciencia y sentido crítico y algún día ya no tendremos a ningún otro Manuel, que, a conveniencia, exhibía la Bandera Nacional o guardaba su patriotismo debajo de la cama.
¡Hasta el lunes!