Algo qué contar

Maritza Morillo Suero, un ejemplo de superación

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Ivelisse VillegasSanto Domingo

Para contar algo de la periodista Maritza Morillo no tuve que entrevistarla, su historia la conozoco desde siempre… Recuerdo el día que la conocí. Llegué de mi licencia de matenidad de mi hija Ivelia, aunque ya sabía de ella por referencia de Manuela Lora, su protectora, en ese entonces.

El hecho es que nunca me imaginé que este momento llegaría, en el que ecribiría para elogiar su valentía ante la vida y su resiliencia para vencer los obstáculos que le llevaron a materializar su gran sueño. Ser profesional. Ella, al igual que mucho jóvenes que emigramos de los pueblos hacia la ciudad por un mejor porvenir, lo hizo consciente de los retos y desafíos que le esperaran en la metrópolis, pero, particularmente, los de ella, son dignos de alabar.

Sus orígenes

Maritza, es su nombre en el entorno laboral, pero en el familiar es Isha. Es hija de Juliana Suero, conocida como Consuelo y Benito Morillo, Jaco, ambos fallecidos. Su padre tuvo dos familias y 17 hijos. Con este panorama, a los 13 años vio el horizonte que le rodeaba y entendió que en Sabana Larga, municipio de ElÍas Piña, nunca iba a superarse.

Es una comunidad ubicada en el sur profundo, donde los hombres, para esa época, se mantenían de la agricultura o elegían la guardia; y las mujeres, su única opción, era casarse, recoger maní o trasladarse a la Capital a trabajar en una casa de familia. Esta última, fue la elegida por ella.

Salió de su casa con su ropa en una funda, a vivir donde su tío Candín. Al año, aún lloraba todos los días y decidió regresar a su puebo natal. Años más tarde, su hermano mayor Dionisio Morillo (fallecido), que vivía en la Capital se casa y ella regresa otra vez. El la acogió y le brindó todo el apopyo que ella necesitaba. Se convirtió en su mentor y guía. Y Maritza retorna a la escuela.

Más luego abandona los estudios y entra a trabajar en una casa de familia. En ese interín se enamora, y como toda mujer, cree en el amor y queda embarazada con apenas 15 años. Ese niño es hoy Jesús Miguel, un abogado de profesión y padre de su primer nieto.

Odisea

Hay tantas visícitudes tejidas con los años, que sólo ella puede develar, pero lo más importante es que nunca dejó de estudiar los fines de semana, y mientrás tabajaba en una casa de familia mandaba dinero a sus padres en el campo para mantener a su hijo.

Hoy, 17 años después de haberla conocido, admiro todo su transitar narrado durante nuestras conversaciones en la cafetería de Listín Diario y mientras vamos en el auto; las que han servido para darnos apoyo en nuestras malas decisiones, a sobrellevar las culpas, los duelos por las pérdidas y un consejo cada vez que el camino se pone angosto, pero también, para reír y celebrar reconocimientos como éste, en el que la oficina senatorial de Elías Piña, que preside Iván Lorenzo, por ser un “Ejemplo de Superacion Personal”.

Si les digo que nuestra relación ha sido perfecta, les hablo mentira, pero ambas, con los años hemos aprendido a querernos con nuestras virtudes y defectos, porque de eso se trata la vida. De perdonar y de construir relaciones sanas basadas en respeto y tolerancia.

Les despido con la frase favorita de Maritza: Espérate, espérate, espérate!