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DE CERCA

¡Qué realmente sea una noche-buena!

Luisa y yo coincidimos siempre en el salón de belleza y hacemos provecho para conversar sobre temas triviales de la vida.

Hablando de la cena de Nochebuena, me comentó que hacía varios años que había decidido no reunirse con su familia porque el encuentro se había convertido en una especie de juzgado donde ella y sus hijos eran enjuiciados.

Otra historia

Ana, una madre del colegio de mi hijo, expresó en el grupo de WhatsApp, que para ella asistir a la casa de su hermana para la cena de Nochebuena era motivo de presión, porque su familia no dejaba escapar un solo detalle para llevar a la comparación la crianza de los primos.

Preguntas y preguntas

En un artículo de Prensa Joven escrito por Floranyi Jáquez, la periodista hacía referencia a las preguntas indiscretas en torno a la vida sentimental que suelen ‘arruinar’ la noche. “¿Cuánto tiempo llevas soltera? ¿Y el novio, pa’ cuando? ¿Cuándo se casan? ¿Ya tienen planes para los hijos?”, según el reportaje, son solo algunas de las interrogantes favoritas de las tías.

Más ejemplos

Otra amiga me contaba que la actual esposa de su padre aprovechaba la Nochebuena para abrir el armario y lucir su lujosa vajilla, que a propósito era el único tema de conversación de la noche, con la intención de “impresionar” a los invitados, logrando únicamente que todos se sientan cohibidos e incomodos.

El rol del anfitrión

Que no se olvide que el secreto de un buen anfitrión es agradar a sus invitados, no hacerles un examen sobre su pericia en el manejo de los utensilios en la mesa.

La preparación de un encuentro, que siga las normas de etiqueta, va más allá de colocar correctamente la cubertería y cristalería. Se trata de pensar en cada detalle que hará que los invitados recuerden esa noche como algo agradable. Eso comienza cuando elegimos el menú teniendo en cuenta alergias, intolerancias o restricciones alimentarias por alguna creencia; cuando elegimos para cada persona un lugar adecuado en la mesa; cuando propiciamos una conversación cordial y olvidamos cualquier situación pasada; cuando recibimos a cada invitado con un abrazo, y no etiquetamos al sobrino que decidió no cortarse el pelo; cuando la sincera intención es reunir a nuestros seres queridos para vivir la esencia de la Navidad, y nos hacemos conscientes de la bendición que significa tener una familia unida y sana. Recordemos que no hay garantía de estar presentes el año próximo.

¡Felices fiestas! ¡Hasta el lunes!

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