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Fallece a los 111 años el pintor más viejo del mundo

Los temas principales de la pintura de Torras fueron figuras humanas estáticas, paisajes, bodegones y naturalezas muertas, y buena parte de su obra está en la Casa das Artes de Vigo

Luis Torras Martínez

Luis Torras (Vigo, 1912) saluda desde su casa en Vigo. Torras es el pintor en activo de más edad en todo el mundo y pretende seguir así, pincel en mano, "luchando" con cada cuadro, como él dice, hasta el final de sus días. EFE/ Salvador SasEFE

El artista español Luis Torras Martínez, considerado el pintor más viejo del mundo, que nació en 1912, murió este martes en la ciudad de Vigo (noroeste de España) a los 111 años.

En una entrevista con EFE en 2022, Torras, que entonces vivía con su mujer, María Jesús, fallecida el año pasado, contaba que cada día se levantaba muy temprano para ponerse delante de un caballete sin necesidad de encontrar una motivación especial para continuar pintando.

"El afán de superación. No se queda uno parado. Hay que mejorar, siempre hay que mejorar. Eso es suficiente para pintar", afirmó entonces el pintor centenario en una conversación que se produjo en el centro de un estudio donde se amontonaban los óleos, los caballetes y los pigmentos que utilizaba.

Aseguraba que "siempre quieres mejorar" y concluía que la pintura era su "vida".

Los temas principales de la pintura de Torras fueron figuras humanas estáticas, paisajes, bodegones y naturalezas muertas, y buena parte de su obra está en la Casa das Artes de Vigo, donde se encuentra la Colección Torras, pero también hay obra suya en otros museos españoles, entre ellos el Reina Sofía de Madrid.

El pintor fallecido fue seguidor de artistas como Piero della Francesca, del que admiraba la luminosidad que conseguía en sus frescos, o de El Greco y Leonardo da Vinci, "superpintores" para él.

Torres tenía una persistente sordera que le acompañaba desde la Guerra Civil española (1936-1939). "Me pegaron un balazo ahí y me 'escarallaron (estropearon)'", relató.

De su legado se preocupaba poco y de cómo se le vaya a recordar, todavía menos: "Cuando me muera se acabó ¿no? No tengo afán. A burro muerto, cebada al rabo", decía. 

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