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Un año tras la muerte de Shinzo Abe: Cambios de seguridad y lucha por heredar su facción política

El tiroteo de Abe a plena luz del día llevó a las fuerzas de seguridad a revisar completamente sus reglamentos

La gente ofrece oraciones por el ex primer ministro Shinzo Ab

La gente ofrece oraciones por el ex primer ministro Shinzo Abe en el templo Zojoji en Tokio, Japón, el sábado 8 de julio de 2023Shuji Kajiyama

Un año después del asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe la policía sigue trabajando por mejorar sus protocolos de protección y su facción interna del partido pierde influencia mientras continua sin escoger a su próximo líder.

La revisión de los protocolos policiales tras el incidente del 8 de julio de 2022 no evitaron que meses después el actual mandatario, Fumio Kishida, fuera objeto de un intento de atentado, ataques en ambos casos perpetrados por "lobos solitarios" que han instaurado cierto ambiente de paranoia social, multiplicando las denuncias de objetos sospechosos que han movilizado en vano a fuerzas especiales.

SEGURIDAD REFORMADA

El tiroteo de Abe a plena luz del día mientras daba un discurso en la calle, eventos electorales extremadamente comunes en Japón, llevó a las fuerzas de seguridad a revisar completamente sus reglamentos y, en concreto, el sistema de protección de personalidades que se aplica en estos casos.

El reducido número de agentes desplegados, la elección del lugar (una isleta en una carretera donde no se cortó el tráfico) y la ubicación de los cuerpos de seguridad y guardaespaldas de Abe fueron determinantes en la muerte del político, que fue disparado por la espalda en dos ocasiones sin que se reaccionara a tiempo.

Estas fallas llevaron a la Agencia Nacional de Policía (NPA, por sus siglas en inglés) a revisar todos los proyectos de planes de protección elaborados por las policías locales, a crear unidades especializadas y a aumentar el número de agentes para esos eventos.

Las reformas no evitaron que el pasado abril el primer ministro Kishida sufriera un intento de atentado del que salió airoso.

Ambos incidentes tuvieron lugar en eventos electorales, por lo que la policía ha empezado a despachar a altos mandos hasta las sedes de cada partido para pedir su colaboración y mejorar la seguridad.

Entre sus peticiones están que los lugares escogidos para sus eventos sean preferiblemente interiores, que se aseguren de mantener distancia con el público, se realicen inspecciones de pertenencias y se usen detectores de metales, elementos poco habituales en mítines.

En ambos atentados los autores fabricaron sus armas (una especie de escopeta y una bomba de tubo), por lo que las autoridades también han pedido que se notifiquen indicios sospechosos en inmuebles, como olor a pólvora, ruidos de ensamblaje, detonaciones o el desecho de grandes cantidades de botellas de productos químicos.

LUCHA POR EL LIDERAZGO

Además de unos eventos electorales enrarecidos, la muerte de Abe dejó un vacío político en la mayor facción del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), la todavía denominada facción Abe, en una muestra de la influyente sombra del veterano político, que un año después sigue sin haber escogido a su nuevo líder.

Aunque ha habido varias propuestas, hasta la fecha han sido rechazadas por la división interna, incluso pese al temor de que la ausencia de una cabeza visible reduzca su influencia, algo que ya se ha notado en la pérdida de puestos relevantes en elecciones locales.

"Los miembros de alto rango de la facción están ansiosos por hacerse cargo, pero son rivales por el poder y hay mucho en juego en el control de la facción. (...) Quien emerja como líder tiene una buena oportunidad de convertirse en primer ministro", explica a EFE Jeffrey Kingston, director de Estudios Asiáticos de la Universidad Temple de Japón.

Kingston considera que "es importante que la facción tenga un líder fuerte que pueda mantener la unidad y defender los puestos en el Gabinete cuando Kishida lo reorganice", una reestructuración que lleva tiempo rumoreándose, junto a un adelanto de las generales.

Kishida, dice, no tiene interés en perder el apoyo de la poderosa facción, "pero si la facción comienza a desmoronarse, será una fuerza política disminuida, ocupará menos espacios en el Gabinete y no podrá intimidar al resto del partido para que apoye sus políticas de línea relativamente dura sobre seguridad, revisión e impuestos".

Los tres nombres más destacados de la lucha por el liderazgo de la facción Abe son el actual del ministro de Economía, Yasutoshi Nishimura, y los exministros Koichi Hagiuda y Hiroshige Seko.

"Seko era conocido como mini-Abe, como uno de sus asesores más cercanos, pero está en la Cámara Alta, menos poderosa, y tiene poco carisma", señala Kingston, para quien Hagiuda es una de las opciones más claras, aunque "tiene muchos detractores dentro y fuera del partido, y será difícil para él servir como su cara" visible. 

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