Un pueblo chino famoso por copias de cuadros de donde ahora emergen verdaderos artistas
Los artistas del pueblo chino de Dafen, famosos por ser los mejores en copiar cuadros, ahora ganan más dinero pintando sus propias obras.
Situado en el sur del país, el pueblo cuenta con más de 8.000 artistas que, durante mucho tiempo, se dedicaban a la reproducción casi perfecta de cuadros conocidos.
Su ritmo era tal que, en su mejor época, tres de cada cinco pinturas vendidas en el mundo procedían de Dafen.
Pero después de la crisis financiera de 2008, sus exportaciones comenzaron a caer, antes del golpe fatal en 2020, cuando China cerró sus fronteras debido a la pandemia de covid-19.
Algunos artistas tiraron la toalla, pero otros se reinventaron. Ya no imitan sino que son pintores por derecho propio, aprovechando el auge del sector del arte en China, el segundo más grande del mundo.
Autodidacta, Zhao Xiaoyong vendía réplicas de cuadros de Vincent van Gogh por 1.500 yuanes (217 dólares). Ahora sus obras originales alcanzan hasta 50.000 yuanes (7.270 dólares).
Cuando llegó a Dafen en 1997, procedente de su pueblo en el centro de China, él y su familia vivían y trabajaban con otras cinco personas en un minúsculo departamento de dos habitaciones.
"En aquella época, era como una línea de montaje. Cada artista pintaba una pequeña parte de un cuadro, como un ojo o una nariz, antes de pasárselo a otro pintor para que dibujara un brazo, una pierna o una manga de camisa", cuenta a la AFP.
Después de años de hacer copias de obras maestras, Zhao Xiaoyong reunió sus ahorros para ir a visitar el museo Van Gogh en Ámsterdam y el asilo Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy de Provence (sur de Francia), donde el artista pintó "La noche estrellada".
"Sentí que finalmente podía entrar en su mundo en lugar de simplemente copiar sus pinceladas", explica Zhao. "Me di cuenta de que tenía que salir de la sombra de Van Gogh y dar vida a mis pensamientos", relata.
Ahora, si bien utiliza el estilo del famoso maestro, es para contar la vida del pueblo. En una de sus pinturas aparece llevando un autorretrato de Van Gogh, en un taller donde otros artistas están adormecidos.
Regreso a las escuelas de arte
Desde que se levantaron las restricciones contra el coronavirus a finales de 2022, China parece estar volviendo a la normalidad.
Los turistas regresaron a las calles de Dafen en busca de una pintura a buen precio. En un callejón, se puede obtener una copia de "La virgen con el niño" de Duccio por 50 yuanes (7,3 dólares).
No se trata de un cuadro pintado por un artista local -normalmente vendido 30 yuanes (4,4 dólares) más caro-, sino de una impresión a la que se le añade un toque final.
"La imagen impresa es cubierta con pinceladas para que parezca una pintura real", explica un artista, que pide el anonimato.
"Los compradores piensan que el fondo impreso está pintado con acuarela", añade. Esto desalienta aún más a los artistas locales de pintar completamente réplicas de cuadros.
En Dafen, Wu Feimin también busca su camino, con obras inspiradas en el budismo. "Solía copiar el trabajo de Picasso, pero ahora tengo mi propio estilo", asegura, mientras pinta una gigantesca cara de Buda con un cuchillo de paleta.
"Lleva semanas, incluso meses, terminar una pintura", añade. "Es arriesgado, pero los márgenes son mejores", subraya.
Varios artistas contaron a la AFP que habían regresado a las escuelas de arte durante la pandemia de covid para aprender a pintar montañas o sauces llorones, ingredientes esenciales de los paisajes tradicionales de la pintura china.
"Los compradores chinos ricos quieren un arte que refleje la estética china", explica Yu Sheng, profesor de arte que aprovechó esta oportunidad para volver a aprender el estilo clásico.
Él mismo continúa exportando copias de obras occidentales, mientras crea sus propias pinturas con la esperanza de ganar su plaza en el lucrativo mercado del arte chino o bien convertirse en retratista para los chinos acomodados.
En comparación con los artistas formados en las grandes escuelas, "nuestra técnica es mejor, porque pintamos todos los días. Pero no tenemos los contactos de los comerciantes de arte de las grandes ciudades", lamenta.
"Nuestra supervivencia depende del reconocimiento de nuestro trabajo por parte de los profesionales chinos", indica.