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En plena crisis, las bibliotecas son "lugares cálidos" para británicos desfavorecidos

Fuente Externa.

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"Es un lugar caliente al que acudir dado el coste de la calefacción", afirma Marina Flynn, que pasa el día en una biblioteca de la ciudad inglesa de Ipswich, donde se refugian cada vez más personas con dificultades para pagar sus facturas.

"Este invierno hace tanto frío dentro de mi casa como fuera", dice Flynn, de 54 años, a la AFP un día de finales de enero en que los termómetros marcan 5º C.

Está desempleada, así que desde hace un año acude con regularidad a la biblioteca Chantry para calentarse, entretenerse y también porque aquí se distribuyen alimentos y artículos de aseo.

El Reino Unido, donde la inflación supera el 10% desde hace meses, vive una grave crisis del coste de la vida y millones de británicos ya no pueden permitirse una alimentación y una calefacción adecuadas.

Las bibliotecas municipales y otros centros o locales municipales actúan como refugios con calefacción para los residentes más desfavorecidos.

"Recurro mucho al banco de alimentos (...) ya no puedo permitirme comprar comida", añade Flynn, mientras lee un libro sentada y tiene que forzar la voz para hacerse oír sobre el revuelo provocado por niños y bebés que vienen con padres o niñeras para participar en una actividad musical.

Ante esta ampliación de su papel, las bibliotecas públicas del Reino Unido, financiadas por los ayuntamientos pero que sufrieron enormes recortes desde la crisis financiera de 2008, han tenido que empezar a recaudar fondos extra o recurrir a voluntarios.

Dada la inflación y las facturas de electricidad por las nubes, la asociación Cilip publicó directrices para los organismos, como iglesias o salas municipales, que quieran instalar estos "lugares cálidos".

Vulnerabilidad múltiple

"Estos servicios son muy utilizados" en "zonas de vulnerabilidad múltiple", que concentran a la vez pobreza, residentes ancianos y personas con problemas de adicción, explica a la AFP Nick Poole, director ejecutivo de Cilip.

Pero las bibliotecas, presionadas para ofrecer cada vez más servicios, se enfrentan ellas mismas a unos gastos desorbitados: "les cuesta sobrevivir, la calefacción sale cara", afirma Poole.

El gobierno conservador de Rishi Sunak financia una parte de las facturas de electricidad y gas este invierno, pero tanto los hogares como las empresas siguen pagando mucho más que hace un año, antes de la invasión de Ucrania, que provocó un aumento brutal de los precios mundiales.

Para contribuir en su ayuda a los residentes de esta zona desfavorecida de Ipswich (sudeste), la pequeña cafetería situada en un rincón de la biblioteca, tras las ordenadas estanterías de libros, ofrece gratuitamente bebidas calientes y sopas los domingos.

"Tenemos clientes que vienen y están tristes, y les ayudamos en todo lo que podemos", dice Mark Dyer, el dueño del café.

Poole considera que es una "extensión natural del papel de las bibliotecas" ofrecer un espacio acogedor, cálido y seguro para todos, aunque las personas que se encuentran en situaciones precarias a menudo se nieguen a hablar de ello, por pudor o vergüenza.

"A la gente no le gusta admitir que tiene problemas. Quienes utilizan los servicios de apoyo al coste de la vida no hablan mucho de ello", afirma.

Los visitantes cuyas necesidades no pueden ser atendidas por la biblioteca son enviados a otros grupos u organismos de apoyo.

Más tarde, un grupo de mujeres se reúne para tejer. La ropa donada se almacena en estanterías junto a la entrada de la biblioteca.

"Ya teníamos ropa para donar antes de que empezara la crisis del coste de la vida", dice Vicki Mann, directora de la biblioteca Chantry.

Pero ahora los artículos para adultos se han unido a las prendas para niños y la ropa se va tan rápido que nunca hay suficiente para todos, asegura.