El fotógrafo que reivindica la migración como algo positivo: Es algo natural

Dezfuli inició "Pasajeros" en 2016 cuando subió a uno de los barcos de salvamento que han cruzado el Mediterráneo en los últimos años y comenzó a fotografiar, una a una, a las 118 personas rescatadas

César Dezfuli.

César Dezfuli.

Siete años de trabajo intenso convirtieron al fotógrafo hispano-iraní César Dezfuli en uno de los reporteros que mejor conoce la migración, un fenómeno que atraviesa su propia vida y que, afirma, "es natural" en la humanidad, por lo que aboga por que deje de ser tratado como algo únicamente negativo.

"La migración no es nueva, los procesos migratorios son procesos naturales que llevan ocurriendo desde el origen de la humanidad, aplicables a todos los seres vivos del mundo", señaló a EFE Dezfuli en el Centro Cultural de España de Lima, que acoge una muestra de su trabajo.

Dezfuli inició "Pasajeros" en 2016 cuando subió a uno de los barcos de salvamento que han cruzado el Mediterráneo en los últimos años y comenzó a fotografiar, una a una, a las 118 personas rescatadas en alta mar que habían decidido emprender un futuro mejor.

Pero el escuchar y conocer las historias de cada una de estas le impulsó a seguir y no quedarse en la fotografía típica que retrata la migración como fenómeno de masas.

Comenzó así un proceso de búsqueda para ver qué había ocurrido con estos migrantes después del rescate e investigar qué caminos habían encontrado después de emprender su gran viaje.

Mirar a los ojos a los migrantes

Dezfuli relata que el objetivo de esta muestra que está viajando por el mundo es que los visitantes puedan mirar a los ojos a Amadul, Mohamed o Abdul y entender un poco mejor cómo funciona la migración y quiénes son las personas que la protagonizan.

"Se ha mancillado el concepto de migración cuando no tendría que ser siempre algo negativo y problemático y es hora de empezar a reivindicar el uso de la palabra migración de una manera positiva empezar a hablar de una manera más amplia y más completa de lo que implica", indicó.

Entre primeros planos y fotografías de los detalles de las diversas vidas de estos migrantes que se montaron en el mismo barco en 2016 descansa un mapa de África y Europa con multitud de líneas de colores que unen países y continentes.

Pero no son trazos que representan corrientes o movimientos migratorios, si no las historias en singular de cada una de estas personas. De dónde salió, qué países africanos recorrió, cuáles fueron sus primeros pasos en Europa, y donde acabó residiendo.

"Lo interesante es que todos ellos llegaron el mismo día y a la misma hora a Europa. El proyecto me permite explicar cómo funcionan los procesos de integración, como son las diferencias entre los sistemas de acogida de los países de Europa, puesto que no hay sistema común de acogida y cada país tiene sus propios suyo", señaló.

Dezfuli explicó que, a lo largo de estos casi siete años, ha observado a través de ellos "cómo una persona puede integrarse mejor en unos países u otros" y ha intentado entender a qué se debe.

También ha sido testigo de lo injusta que es su condición y cómo en muchos lugares son el centro de un debate que no les concierne.

"Los migrantes están siendo víctimas de la polarización política que está siendo transversal en todos los lugares del mundo", denunció.

Historias dispares

Uno de los enormes rostros que preside una de sus fachadas del Centro Cultural de España es el de Amadul, una mirada profunda de agotamiento tras ser rescatado con el azul Mediterráneo de fondo.

"Amadul llegó a Barcelona hace casi cuatro años y ya tiene sus documentos. Ha conseguido protección internacional a raíz del empeoramiento de la situación en Malí. Eso le va a permitir y facilitar una vida digna a partir de ahora", dice Dezfuli.

Algunos trabajan como jornaleros en el campo recorriendo la geografía española en busca de frutas de temporada, otros están formando su familia en Italia con trabajos estables y un grupo fue a Alemania, donde consiguió integrarse.

Entre la diversidad de las historias también se encuentra la tragedia. Una fotografía de manos acariciando la tierra del suelo esconde el final de Abdul, quien falleció en Italia en 2019 en un centro de acogida de menores.

"Su familia consiguió repatriar su cuerpo a Guinea y a principios de este año estuve allá visitando a su familia. Me parecía importante que la gente pueda escuchar y entender estas historias para empatizar y entender las complejidades de la migración", explicó el fotógrafo.

"La libertad no es la ausencia del compromiso, sino la capacidad de elegir. Ser libre no es solamente deshacerse de las cadenas, es vivir de una forma que respete y refuerce la libertad de los otros", reza en la pared parte de un poema escrito por otro de los jóvenes, Mohamed Diarra.