Las dificultades de los migrantes africanos víctimas de racismo en Brasil
El asesinato a golpes de un congoleño en una playa de Rio de Janeiro expuso brutalmente el racismo que soportan los inmigrantes africanos en Brasil, un país donde la población negra es mayoría.
"Estoy pensando en irme de Brasil. Después de lo que pasó con Moise, tengo miedo por mis hijos", dijo a la AFP Sagrace Lembe Menga, de 33 años, originaria de la República Democrática del Congo (RDC), en referencia a Moise Kabagambe, asesinado el 24 de enero.
El joven de 24 años fue muerto a golpes de palo y bate de béisbol tras una discusión que, según la familia, se originó cuando exigió un pago atrasado al gerente del chiringuito de la playa donde trabajaba como jornalero, en el exclusivo barrio Barra da Tijuca.
Como Kabagambe, Lembe Menga también salió de su país en busca de "paz y tranquilidad", para huir de "la guerra y las masacres".
"Había escuchado que en Brasil la gente es recibida con los brazos abiertos. Y es verdad que me recibieron muy bien cuando llegué" en 2015, cuenta Lembe Menga, una peluquera de largas trenzas.
Pero no se salvó del racismo, especialmente en su lugar de trabajo. "Algunos me tratan como si fuera una persona insignificante, un animal. Ya me han preguntado si vivo entre jirafas", resume esta madre de dos niños, de 8 y 3 años, que tiene estatus de refugiada.
Según cifras del gobierno brasileño, 1.050 de los 57.000 refugiados del país son de la RDC, el tercer mayor contingente después de Venezuela y Siria.
- "Falta de oportunidades" -
El salario medio de un congoleño en Brasil es de 1.862 reales por mes (unos 351 dólares al cambio actual), una cantidad inferior a la media de los inmigrantes africanos (2.698 reales o 510 dólares) y sobre todo a la media general de todos los inmigrantes (4.878 reales o 922 dólares), según el Observatorio de Migraciones Internacionales.
Muchos de ellos viven en barrios vulnerables dominados por narcotraficantes.
En total, unos 35.000 inmigrantes africanos viven en Brasil, pero los especialistas creen que las estadísticas oficiales están subestimadas.
Brasil también alberga un gran número de inmigrantes haitianos (más de 150.000) que, al igual que los congoleños, se encuentran entre los peor pagados.
"Si tuviera que contar todos los episodios de racismo de los que fui víctima, podríamos llenar un libro", lamenta Elisée Mpembele, un cantante congoleño de 23 años que llegó a Brasil en 2013.
"La gente me mira con otra cara; los guardias de seguridad me siguen dentro del supermercado. Hace poco, fui a pedir información a la policía y acabaron registrándome y preguntándome si era un delincuente", cuenta.
Debido a la "falta de oportunidades" para ganarse la vida con su arte, a menudo tiene que hacer trabajos ocasionales para llegar a fin de mes.
Para Bas'llele Malomalo, especialista en migración entre África y Brasil de la Universidad de Integración Internacional y Lusofonia Afrobrasileña (Unilab), el racismo en Brasil "es tanto más perverso porque el 55% de los brasileños son negros" o mestizos.
- "Bajar la cabeza" -
Solo Nigeria tiene una población negra mayor a la brasileña en el mundo.
"Los problemas de integración de los inmigrantes africanos tienen sus raíces en los mismos problemas que encontraron los antiguos esclavos, que todavía eran vistos como objetos o animales en el momento de la abolición" de la esclavitud, en 1888.
En un país donde un estudio reciente muestra que el 77% de las víctimas de homicidio en Brasil en 2019 fueron personas negras, los migrantes africanos como Moise Kabagambe son aún más vulnerables "porque en la mente de los racistas, como es extranjero, nadie va a defenderlo", insiste Malomalo.
"Si alguien me molesta, prefiero bajar la cabeza para evitar problemas", dijo Modou Fall, un senegalés de 34 años que vende gafas de sol en la playa de Copacabana.
Rui Mucaje, presidente de la Cámara de Comercio Afro-Brasileira (AfroChamber), explica que muchos inmigrantes africanos llegan a Brasil con "espíritu emprendedor", en particular para vender ropa o telas africanas, pero la mayoría queda limitada "al sector informal".
"Tampoco es raro ver a personas con un título que acaban trabajando en puestos que requieren mucha menos calificación", señala.
Para Mucaje, el asesinato de Moise Kabagambe es "la trágica materialización de los problemas causados por el racismo en Brasil".