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Washington y Moscú endurecen sus posiciones por Ucrania

Las diferencias al parecer insuperables entre Washington y Moscú conllevan riesgos reales

Un tanque ruso T-72B3 dispara mientras las tropas participan en simulacros en el campo de tiro de Kadamovskiy en la región de Rostov, en el sur de Rusia.
(Associated Press)

Un tanque ruso T-72B3 dispara mientras las tropas participan en simulacros en el campo de tiro de Kadamovskiy en la región de Rostov, en el sur de Rusia. (Associated Press)

El fracaso de las reuniones diplomáticas de la semana pasada para resolver las crecientes tensiones sobre Ucrania ha colocado a Rusia, Estados Unidos y sus aliados europeos en un territorio inexplorado tras la Guerra Fría, presentando retos significativos para que las partes principales eviten una confrontación directa y potencialmente desastrosa.

A diferencia de desacuerdos previos que han surgido desde el colapso de la Unión Soviética, la crisis actual sobre Ucrania y las diferencias al parecer insuperables entre Washington y Moscú conllevan riesgos reales de una guerra económica debilitante y un conflicto militar que son agravados por los peligros de posibles errores de cálculo y reacciones desmedidas, particularmente en Europa.

Para Estados Unidos y sus aliados europeos y de la OTAN, nada menos que una retirada de los 100,000 soldados rusos desplegados actualmente cerca de la frontera con Ucrania demostrará que el presidente ruso Vladimir Putin negocia de buena fe. Para los rusos, la negativa absoluta de Occidente a considerar una prohibición de la expansión de la OTAN y la retirada de tropas de Europa oriental son prueba de su perfidia.

Las concesiones potenciales son complicadas, por el hecho de que ni Putin ni el presidente estadounidense Joe Biden quieren ser vistos haciendo concesiones, ni ante sus propios ciudadanos ni ante las audiencias extranjeras.

La negativa de cada una de las partes a renunciar a lo que la otra considera exigencias irreales y excesivas ha dejado en el limbo las perspectivas para la diplomacia, con Estados Unidos y sus aliados acusando a Rusia de avivar las tensiones sin razón legítima y los rusos quejándose de nuevo de que los estadounidenses son los agresores.

Algunos creen que la situación tenderá a empeorar más antes de que se rompa el estancamiento.

“La brecha en las percepciones es tan grande que pudiera ser necesaria una escalada nueva y peligrosa para que las partes abran la imaginación y busquen acuerdos”, afirmó Fiódor Lukyanov, director del Consejo para Políticas Exteriores y de Defensa, con sede en Moscú, en un comentario.

Para los analistas occidentales, parece ser una situación en la que Putin va a tener que hacer concesiones si quiere evitar un conflicto. Algunos piensan que el enfoque de Putin en la OTAN, que ha lidiado durante años con cuestionamientos sobre su relevancia, puede haber dado una nueva oportunidad a la alianza.

“Es un período extremamente incierto y tenso sin una salida obvia, a menos que Putin ceda”, expresó Jeff Rathke, un experto en Europa y exdiplomático estadounidense que es el presidente del American Institute for Contemporary German Studies en la Universidad Johns Hopkins.

“Él se ha creado un frenesí del que es difícil salirse si no consigue el rediseño de la arquitectura de seguridad en Europa que dice querer. Él ha mostrado que está listo para probar quién titubea primero, con la amenaza de una fuerza militar masiva, y está seguro de que tiene la atención de todos, pero no ha cambiado la posición de nadie”, dijo Rathke.

Funcionarios estadounidenses, desde Biden, el secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de Seguridad Nacional Jake Sullivan hasta la principal negociadora Wendy Sherman han dicho que Rusia es quien enfrenta una “elección brutal”. Desescalar o enfrentarse a sanciones punitivas y encima lo contrario de lo que quiere: una mayor presencia de la OTAN en Europa oriental y una Ucrania más blindada.

Sin embargo, los funcionarios en Rusia dicen lo contrario. Han presentado sus demandas como un “imperativo absoluto” y argumentan que la falta de voluntad de Occidente para satisfacerlas en las negociaciones hace irrelevantes los demás asuntos.

El canciller Sergey Lavrov dijo el viernes que Rusia había tratado infructuosamente durante años de persuadir a Estados Unidos y sus aliados para que iniciaran negociaciones sobre no desplegar misiles de alcance medio en Europa, limitar las maniobras militares y reglas para evitar encuentros cercanos peligrosos entre buques y aviones rusos y aliados, hasta que Estados Unidos y la OTAN expresaron su disposición a discutir esos asuntos esta semana.

Él atribuyó el cambio en enfoque a un deseo estadounidense de desviar la atención de las principales demandas de Rusia, añadiendo que Moscú va a centrarse en la no expansión de la OTAN. Insistió en que Estados Unidos es quien está formulando la posición en las conversaciones mientras que otros aliados simplemente siguen sus órdenes.

“Para serles franco, todo el mundo entiende que la perspectiva de alcanzar un acuerdo depende de Estados Unidos”, aseguró Lavrov. Agregó que cualquier cosa que Estados Unidos dice sobre la necesidad de consultar con sus aliados en las negociaciones “son excusas e intentos de alargar el proceso”.

De ahí el estancamiento.

El enfoque de Occidente ha sido realizar “la mayor cantidad de gestiones diplomáticas posibles para desescalar” el conflicto, afirmó Andrew Weiss, vicepresidente de estudios en el centro Carnegie Endowment for International Peace, donde supervisa las investigaciones sobre Rusia y Eurasia.

“El problema que tenemos es que Rusia habla en serio y ha demostrado en numerosos casos, en 2014 y en 2008, que está dispuesta a ir a la guerra con tal de conseguir esas cosas y nosotros no”, dijo. “Y ese es el reto”.

Las posiciones inmutables de Rusia han llevado a algunos a creer que Moscú simplemente subirá la apuesta tras recibir lo que todas las partes esperan serán negativas formales por escrito de Estados Unidos y la OTAN a acceder a sus demandas.

De hecho, el principal negociador ruso en las negociaciones, el vicecanciller Sergei Ryabkov, indicó el jueves que Moscú pudiera responder a los rechazos escalando la situación más allá de las fronteras europeas a través del despliegue de tropas en Cuba y Venezuela. Estados Unidos calificó esas declaraciones de “fanfarronada” y que responderá firmemente si llegara a suceder.

“La falta de una solución diplomática lleva lógicamente a la exacerbación de la crisis”, escribió Dimitri Trenin, jefe del Carnegie Moscow Center, en un análisis publicado en línea.

Trenin pronosticó que una “serie de medidas militares y técnicas” que Putin dijo que Rusia adoptaría si Occidente rechaza sus demandas, pudiera incluir “una amplia gama de pasos… desde el despliegue de nuevos sistemas de armas en varias regiones, hasta lazos militares mucho más fuertes con Bielorrusia y una mayor coordinación con sus socios chinos”.

Por otro lado, existe el riesgo de que, al enfocar su ira en la OTAN, Putin pudiera haber fortalecido inadvertidamente la posición de la alianza, especialmente con sus miembros más nuevos, como los estados bálticos, Hungría, Polonia y República Checa.

“Para los países que se han integrado a la OTAN desde la Guerra Fría, uno puede decir definitivamente que la OTAN es ahora más relevante para ellos que hace un año o en 2014″, recalcó Rathke. “Quienquiera que haya creído que la OTAN ya no era importante para la seguridad europea ha recibido una lección en los últimos meses, y todo esto solamente va a empeorar”.