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Sin clases en Luisiana: Primero por COVID, ahora por huracán

Casi 170.000 alumnos de escuelas públicas hoy en día no tienen ninguna escuela a donde ir en Luisiana.

Una vivienda destruida por el huracán Ida en en Dulac, Luisiana, el 4 de septiembre de 2021. (Foto AP/John Locher, File)

Una vivienda destruida por el huracán Ida en en Dulac, Luisiana, el 4 de septiembre de 2021. (Foto AP/John Locher, File)

Los niños de Luisiana apenas regresaban a clases tras la interrupción de año y medio debido al COVID-19, cuando el huracán Ida azotó la región, dejándolos nuevamente sin escuela.

Casi 170.000 alumnos de escuelas públicas hoy en día no tienen ninguna escuela a donde ir en Luisiana.

Las autoridades prometen reabrir los planteles en pocas semanas, pero muchos padres y docentes siguen escépticos, y temen que los niños queden rezagados en sus lecciones.

Muchos comparan lo sucedido con el huracán Katrina, que devastó a la región en 2005. Tras esa tormenta, cientos de miles de niños quedaron con problemas emocionales y lagunas educativas.

“Mis hijos están listos para regresar a la escuela, para regresar a un sitio donde tengan aire acondicionado”, expresó Tara Williams, de 32 años y madre de tres pequeños.

Williams, quien tiene dos niños gemelos de 5 años y uno de 7, es más pesimista que las autoridades en cuando al regreso a clases.

“Por lo que parece no será sino hasta agosto del próximo año” cuando vuelvan a abrir las escuelas, comentó.

“Me preguntas que cuán preocupado estoy, pues, si buscas en el tesauro el sinónimo de ‘lo más preocupado posible’, esa es la respuesta”, expresó Jarod Martin, superintendente de escuelas en la Parroquia Lafourche, al sudoeste de Nueva Orleans.

“Estábamos llenos de optimismo, confiados de que íbamos a derrotar al COVID y ahora recibimos otro golpe”, añadió.

En las zonas más afectadas, es necesario no sólo que las escuelas destruías sean reparadas o que se establezcan escuelas nuevas, sino que regresen los docentes y los alumnos, que huyeron debido a la amenaza del huracán. Y para ello, esas personas necesitan hogares con agua y electricidad, autobuses que vengan a buscar a los chicos, y cafetines que tengan comida.