Los primeros humanos pudieron cocinar alimentos en aguas termales
La proximidad de las aguas termales a los primeros asentamientos ha llevado a los investigadores a preguntarse si los primeros humanos usaban las aguas termales para cocinar mucho antes del incendio
Manantiales de aguas termales existieron en la Garganta de Olduvai cerca de los primeros sitios arqueológicos humanos, según nueva evidencia descubierta en este yacimiento de Tanzania.
La proximidad de estas características hidrotermales plantea la posibilidad de que los primeros humanos pudieran haber usado fuentes termales como recurso para cocinar; por ejemplo para hervir matanzas frescas, mucho antes de que se pensara que los humanos usaban el fuego como fuente controlada para cocinar, según un estudio dirigido por investigadores del MIT y la Universidad de Alcalá de Henares.
Algunos de los restos más antiguos de los primeros antepasados humanos han sido desenterrados en Olduvai Gorge, un entorno del valle del rift en el norte de Tanzania, donde los antropólogos han descubierto fósiles de homínidos que existieron hace 1.8 millones de años. La región ha conservado muchos fósiles y herramientas de piedra, lo que indica que los primeros humanos se establecieron y cazaron allí.
"Por lo que sabemos, esta es la primera vez que los investigadores presentan evidencia concreta de la posibilidad de que las personas estuvieran usando ambientes hidrotermales como un recurso, donde los animales se habrían estado reuniendo y donde el potencial para cocinar estaba disponible", dice en un comunicado sobre el nuevo estudio el coautor Roger Summons, profesor de Geobiología de Schlumberger en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS) del MIT.
Summons y sus colegas han publicado sus hallazgos en Proceedings of the National Academy of Sciences. La autora principal del estudio es Ainara Sistiaga, becaria Marie Sklodowska-Curie con base en el MIT y la Universidad de Copenhague. El equipo incluye a Fatima Husain, estudiante de posgrado en EAPS, junto a arqueólogos, geólogos y geoquímicos de la Universidad de Alcalá y la Universidad de Valladolid, entre otros.
En 2016, Sistiaga se unió a una expedición arqueológica en Olduvai, donde investigadores del Proyecto de Paleoantropología y Paleoecología de Olduvai estaban recolectando sedimentos de una capa de roca expuesta de 3 kilómetros de largo que se depositó hace unos 1,7 millones de años. Esta capa geológica fue sorprendente porque su composición arenosa era marcadamente diferente de la capa de arcilla oscura justo debajo, que se depositó hace 1,8 millones de años.
"Algo estaba cambiando en el medio ambiente, así que queríamos entender qué sucedió y cómo eso afectó a los humanos", dice Sistiaga, quien originalmente había planeado analizar los sedimentos para ver cómo cambió el paisaje en respuesta al clima y cómo estos cambios pueden haber afectado la forma en que los primeros humanos vivían en la región.
Se cree que hace alrededor de 1.7 millones de años, África Oriental experimentó una aridificación gradual, pasando de un clima más húmedo y poblado de árboles a un terreno más seco y herboso. Sistiaga trajo rocas arenosas recolectadas de la capa de Olduvai y comenzó a analizarlas en el laboratorio de Summons en busca de signos de ciertos lípidos que pueden contener residuos de ceras de hojas, ofreciendo pistas sobre el tipo de vegetación presente en ese momento.
Dentro de los sedimentos que trajo de regreso, Sistiaga encontró lípidos que se veían completamente diferentes a los lípidos derivados de plantas que conocía. Le llevó los datos a Summons, quien se dio cuenta de que coincidían estrechamente con los lípidos producidos no por las plantas, sino por grupos específicos de bacterias sobre los que él y sus colegas habían informado, en un contexto completamente diferente, hace casi 20 años.
Los lípidos que Sistiaga extrajo de los sedimentos depositados hace 1,7 millones de años en Tanzania eran los mismos que son producidos por una bacteria moderna que Summons y sus colegas estudiaron previamente en los Estados Unidos, en las aguas termales del Parque Nacional Yellowstone.
Una bacteria específica, Thermocrinis ruber, es un organismo hipertermofílico que solo prosperará en aguas muy calientes, como las que se encuentran en los canales de salida de las aguas termales hirviendo.
Es decir, parece que las bacterias amantes del calor similares a las que Summons habían trabajado hace más de 20 años en Yellowstone también pueden haber vivido en Olduvai Gorge hace 1,7 millones de años. Por extensión, propone el equipo, también podrían haber estado presentes características de alta temperatura como aguas termales y aguas hidrotermales.
La región donde el equipo recolectó los sedimentos es adyacente a sitios de habitación humana primitiva que cuentan con herramientas de piedra, junto con huesos de animales. Es posible, entonces, que las aguas termales cercanas hayan permitido a los homínidos cocinar alimentos como carne y ciertos tubérculos y raíces duros.
Exactamente cómo los primeros humanos pudieron cocinar con aguas termales sigue siendo una pregunta abierta. Podrían haber masacrado animales y sumergido la carne en aguas termales para hacerlas más apetecibles. De manera similar, podrían haber hervido raíces y tubérculos, al igual que cocinar papas crudas, para hacerlas más fáciles de digerir. Los animales también podrían haber desaparecido al caer a las aguas hidrotermales, donde los primeros humanos podrían haberlos pescado como comida precocida.