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REINO UNIDO

‘Megxit’ es el nuevo brexit en un Reino Unido dividido por la edad y la política

Banderas conmemorando a Enrique y Meghan en la calle Oxford en Londres, el 16 de mayo de 2018. (Andrew Testa/The New York Times)

Banderas conmemorando a Enrique y Meghan en la calle Oxford en Londres, el 16 de mayo de 2018. (Andrew Testa/The New York Times)

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The New York TimesLondres, Reino Unido

Empezó con el pegajoso término “megxit”, una combinación de palabras que hace referencia al brexit ideada por un editor del tabloide The Sun poco después de que el príncipe Enrique y su esposa, Meghan, anunciaron sus planes de dejar el Reino Unido y vivir en Norteamérica una parte del año.

Siguió con chistes sosos de que el Palacio de Buckingham está buscando un acuerdo tipo “Súper Canadá Plus” para la pareja que se irá a Canadá, una alusión al tratado amistoso que al Reino Unido le gustaría firmar con la Unión Europea cuando deje el bloque.

Y ahora que la familia real se apresura a llegar a un acuerdo con la pareja para dejar atrás todo este asunto desagradable, los comentaristas están comparando el inminente rompimiento de la pareja con el Reino Unido con la promesa electoral del primer ministro Boris Johnson de “hacer realidad el brexit”.

Atizada por medios noticiosos ávidos de chismes, los cuales son consumidos por un público dividido y fascinado, la saga de Enrique y Meghan se está desarrollando de una forma muy similar al prolongado debate por el brexit, solo que es un tema mucho más jugoso.

Dado que la tormenta por el brexit ha escampado temporalmente debido a la victoria de Johnson, aunque los problemas económicos y sociales subyacentes distan mucho de estar resueltos, los miembros de la realeza se han convertido en un sustituto conveniente, ya que la gente aprovecha las tribulaciones de esta pareja desafortunada para discutir sobre la raza, la clase, el género y la identidad británica.

“Con el brexit, el Reino Unido está eligiendo dejar la Unión Europea”, dijo Meera Selva, directora del Programa de Becas de Periodismo de Reuters de la Universidad de Oxford. “Sin embargo, en el caso del megxit, hay indignación porque alguien elige irse del Reino Unido”.

“Él se está yendo porque no le gusta lo que ve en el Reino Unido”, añadió, refiriéndose a Enrique. “Ese es un mensaje que en estos momentos no quieren escuchar los británicos”.

Conforme se desenvuelve el drama de Enrique y Meghan en titulares alarmantes y comentarios kilométricos, están resurgiendo las mismas interrogantes que animaban el debate sobre el brexit: ¿qué tipo de sociedad quieren los británicos: abierta o cerrada, cosmopolita o nacionalista, progresista o tradicional?

Esta discusión, al igual que la del brexit, estalla en las líneas divisorias generacionales y políticas. Los jóvenes y los liberales, muchos de los cuales votaron por permanecer en la Unión Europea, suelen ser más empáticos con el príncipe y su esposa estadounidense. La gente mayor y más conservadora, cuya mayoría votó por salirse del bloque, tiende a ser más crítica de la pareja y defensora de la reina Isabel II.

Mientras los partidarios de Enrique y Meghan ven a una familia multirracial y transatlántica que busca refugio de una prensa vengativa y de las rígidas tradiciones de la vida en la realeza, sus detractores ven a una pareja autocomplaciente que quiere gozar de los beneficios de la realeza sin sus responsabilidades, que abandonan a su reina y a su país por los encantos de Hollywood.

Los críticos son especialmente duros con la duquesa de Sussex, que es el título nobiliario de Meghan. En julio de 2016, Meghan Markle, una exactriz de televisión birracial y divorciada, conoció a Enrique gracias a unos amigos en común en Londres, un mes después de que el Reino Unido votó a favor de salirse de la Unión Europea. Su amor creció en medio de un acalorado debate sobre la inmigración y la identidad nacional del país.

“Meghan Markle representaba el cambio debido a su herencia racial, pero también por su feminismo, su activismo y el hecho de que ha salido adelante por sí misma, además de sus ideas sólidas sobre su autonomía e identidad”, dijo Afua Hirsch, que enseña periodismo en la Universidad del Sur de California y es autora de “Brit(ish): On Race, Identity and Belonging.”

“Dio la casualidad de que llegó en un momento en que el brexit había envalentonado a los partidarios de una identidad nacionalista y un regreso al pasado imperialista del Reino Unido”, continuó Hirsch. “No me sorprende que esto haya detonado una reacción verdaderamente hostil”.

Sin embargo, para muchos británicos, la boda de la pareja —con el coro de góspel cantando “Stand by Me” y el obispo Michael Curry de Chicago citando al reverendo Martin Luther King Jr. en su espontáneo sermón— envió un mensaje electrizante sobre las posibilidades de que alguien externo alterara una institución de muchos siglos de antigüedad.

Pero luego llegaron los reportes de que la duquesa se sentía miserable en su nueva vida y apenas le hablaba a su familia política. La relación de la pareja con la prensa, que había comenzado bien, se agrió al poco tiempo. Los periódicos los criticaron por volar en aviones privados y restringir el acceso de los medios a su hijo recién nacido, Archie.

BuzzFeed News, hizo un ejercicio impactante en el que reunió 20 ejemplos de cómo los tabloides hablaban de la duquesa de una manera más negativa que de la esposa del príncipe Guillermo, Kate Middleton.

La duquesa emprendió un proceso legal en contra de uno de los periódicos, The Mail on Sunday, por haber publicado una carta privada que ella le envió a su padre, Thomas Markle. Se enfrenta a la posibilidad de un juicio en el que el editor del periódico ha amenazado con pedirle al padre de la duquesa que testifique.

Harry y Meghan hablaron sobre sus esperanzas de forjarse “un papel nuevo y progresista en esta institución”. Pero al final la duquesa, que regresó a Canadá después del anuncio, ni siquiera participó por teléfono en el cónclave familiar llevado a cabo en Sandringham, la casa de campo de la reina, para discutir el futuro de la pareja.

Personas vinculadas al palacio dijeron que la reina esperaba que en unos cuantos días se llegara a un acuerdo sobre cómo funcionará el estatus de medio tiempo de la pareja y cómo podrán ser económicamente independientes. El objetivo es que todo regrese a la normalidad dentro de la familia real.

Los críticos hicieron énfasis en que el palacio, al igual que el gobierno de Johnson con el tema del brexit, quiere hacer desaparecer un problema complicado con la firma un simple papel.

De cualquier manera, en un momento en que el Reino Unido se está desprendiendo de la Unión Europea, la monarquía y otros símbolos de la identidad nacional tal vez ejerzan más influencia que nunca. Por ejemplo, los británicos están ocupados debatiendo si el gobierno debe invertir cientos de miles de libras esterlinas para hacer repicar la campana del Big Ben, que está en restauración, a fin de conmemorar el momento oficial en que el Reino Unido se salga de la Unión Europea el 31 de enero.

Los críticos comentaron que el mismo Partido Conservador que ideó el brexit ha avivado la nostalgia por el Imperio británico. Sin embargo, Enrique y Meghan están apresurando el cambio hacia una familia real más escueta, como las de naciones europeas más compactas, como los Países Bajos o Bélgica.

“Tenemos una familia real que se ajusta a la idea de un imperio extendido por medio mundo”, afirmó Alan Rusbridger, antiguo editor de The Guardian. “Nuestra incapacidad de aceptar una familia real más modesta coincide con nuestra incapacidad de aceptar el papel disminuido que actualmente tiene el Reino Unido en el mundo”.