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INCENDIOS FORESTALES

El planeta se incendia todo el año. ¿Hay suficientes aviones para apagar las llamas?

Parte de los incendios en el Amazonas, foto de archivo. / Listín

Parte de los incendios en el Amazonas, foto de archivo. / Listín

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The New York Times | Damien CaveSidney, Australia

Solía ser más fácil compartir los aviones cisterna gigantes que combaten las llamas con 19.000 litros de agua. Los fuegos de California se extinguían antes de que surgieran los incendios forestales de Australia, lo que dejaba suficiente tiempo para preparar, trasladar y desplegar los aviones de un continente en otro.

Pero el cambio climático está subvirtiendo el sistema.

Las temporadas de incendios son más largas, más fuertes y más calientes. Los principales incendios que han cubierto el cielo de Sídney con humo comenzaron antes, a unos días de los fuegos más recientes en California.

Y la presión se siente en todo el mundo. Algunos países que antes se las arreglaban sin ayuda adicional, como Chile, Bolivia y Chipre, han comenzado a competir por contratos de aviones y helicópteros conforme se intensifican sus propios incendios. Eso está llevando al límite la capacidad de las compañías que proporcionan la mayoría de los aeroplanos más grandes para combatir los incendios del planeta, lo cual a su vez ha aumentado la ansiedad de los funcionarios encargados de lidiar con los incendios en todo el mundo.

“A todos nos afecta”, dijo Richard Alder, gerente general del Centro Nacional de Combate Aéreo de Incendios de Australia. “A medida que las temporadas de incendios se vuelven más potentes y largas —y la ciencia nos dice que eso sin duda está pasando—, hay más demanda de aviones que apoyen en el combate a incendios. Y eso solo es una parte de la ecuación”.

Según los científicos, estamos en la edad del fuego, y el sistema público y privado que se ha creado para contenerlo está llegando al límite de su capacidad. Si bien la mayoría de las veces los incendios se combaten desde abajo, los gobiernos y los residentes asustados exigen cada vez más que haya asistencia desde las alturas, lo cual es costoso.

Este año, la Unión Europea creó un fondo reservado para aviones contra incendios, con contratos que permiten que se desplieguen fuera de las fronteras nacionales. En agosto, Bolivia alquiló el único Boeing 747 cisterna que hay en el mundo para combatir los incendios en la Amazonía, luego de que se usó en Israel en 2016, en Chile en 2017 y en California en 2018.

Mientras tanto, en Asia, Corea del Sur está contactando a compañías como 10 Tanker Air Carrier en Nuevo México; hace unos años Indonesia pidió prestado un avión cisterna de Australia proveniente de Coulson Aviation en Canadá, empresa que ahora ha duplicado el tamaño de su flota y, al mismo tiempo, está desarrollando nuevas tecnologías de mapeo y combate de incendios por la noche.

Lo que estas empresas y funcionarios encargados de incendios dicen es que están haciendo planes para un mundo que estará en llamas todo el año.

“Viene de todas partes”, dijo John E. Gould, presidente de 10 Tanker Air Carrier, quien comenzó su trayectoria profesional combatiendo incendios en Alaska en los años setenta. “Se están desatando incendios en climas y lugares donde antes no había”.

Esto ha hecho que el combate de incendios se vuelva “un esfuerzo global, no algo solo estatal o nacional”, dijo Stuart Ellis, director ejecutivo del Consejo de Autoridades de Servicios de Emergencia e Incendios de Australasia, organismo encargado de planificar en caso de incendios en Australia, Nueva Zelanda y el Pacífico.

Añadió: “No solo es un asunto de combate del fuego. Debemos ser más críticos con nuestras decisiones de planeación. Tenemos que examinar las construcciones en áreas proclives a incendios forestales. A la gente le encanta vivir en la naturaleza, pero, a medida que estas zonas se vuelven más vulnerables, ¿es eso realmente viable?”.

En Australia, el gobierno conservador aún tiene pendiente enfrentar estas cuestiones difíciles dado que se ha negado a debatir el tema del cambio climático y su impacto. Sin embargo, el país rápidamente se está convirtiendo en una evidencia ardiente de las presiones que van en aumento en todo el mundo.

Australia es más vulnerable que la mayoría: es un lugar árido y enorme, con ciudades grandes que se extienden hacia la naturaleza. El cambio climático ya está provocando un cambio drástico en los patrones de la precipitación, pues ahora hay sequías prolongadas. Las zonas secas ahora son más secas y extensas, y los bosques que solían ser invariablemente húmedos se han vuelto un polvorín a la espera de una chispa que los prenda.

Esta semana, más de mil bomberos han estado luchando contra más de 120 incendios en cuatro estados, ya que persisten las temperaturas en niveles nunca antes registrados y otras condiciones propicias para los fuegos. En algunas áreas no se espera que haya precipitación significativa sino hasta enero.

“Empezamos a ver condiciones sin precedentes”, dijo “Joëlle Gergis, una climatóloga en la Universidad Nacional de Australia. “Tuvimos incendios forestales ya desde el invierno y, para cuando llegó la primavera, había fuegos en bosques subtropicales”.

Científicos y funcionarios encargados de incendios dicen que, por primera vez, han tenido que imaginarse cómo será la situación con necesidades que se intensifican y traslapan.

“Algo claramente está cambiando”, afirmó Richard Thornton, director ejecutivo del Centro de Investigación Cooperativa de Incendios Forestales y Peligros Naturales, con sede en Melbourne. “Y el clima es el motor de todo eso”.

De por sí es difícil enviar bomberos a otros estados: de los 300.000 integrantes del personal para atención de emergencias e incendios de Australia, aproximadamente 85 por ciento son voluntarios que suelen quedarse donde viven. Por lo tanto, los helicópteros y aviones grandes que rocían agua u otros materiales para sofocar incendios se consideran cada vez más armas esenciales para lo que los funcionarios llaman “capacidad de aumentar la respuesta ante imprevistos”, es decir, la capacidad de sumar recursos cuando los fuegos se salen de control.

Hace dos años, el Centro Nacional de Combate Aéreo de Incendios, que coordina al apoyo aéreo para todos los estados y territorios de Australia, envió una propuesta al Parlamento pidiendo un aumento de más del 70 por ciento en su presupuesto anual federal, para que fuera de 26 millones de dólares australianos (17,7 millones de dólares estadounidenses).

Sin embargo, la petición fue rechazada y ahora los gobiernos estatales están asumiendo las consecuencias. Habrá siete grandes aviones cisterna en Australia esta temporada de incendios; un DC-10 de 10 Tanker aterrizó en Nueva Gales del Sur el fin de semana pasado, antes de la fecha de inicio usual del 1.° de diciembre, luego de ayudar en los incendios de California.

Este estado también compró recientemente un Fireliner 737, junto con dos aviones guía, de Coulson Aviation por 26,3 millones de dólares australianos (17,9 millones de dólares estadounidenses). Este puede transportar 15,14 litros de líquido y 42 pasajeros.

Otros estados y países han indicado que quizá hagan lo mismo.

Pero comprar o rentar un avión cisterna no es tan fácil como pedir mangueras ni como compartir algunos centenares de bomberos, algo que también hacen actualmente Estados Unidos y Australia. Los aviones que se modifican generalmente ya tienen algunas décadas. Puede tomar años convertirlos en herramientas para combatir incendios y los funcionarios están ansiosos por saber si el mercado podrá satisfacer sus necesidades.

Todos los 18 aviones cisterna que el Servicio Forestal de Estados Unidos planea usar en 2022 serán de contratistas privados, de acuerdo con la estrategia de aviación de la agencia.

Entre más perduren los incendios de California en el otoño, peor será para Australia y el resto del mundo cuando llegue el momento de compartir.

“Sospecho que todos nos estamos poniendo más nerviosos”, comentó Adler, quien ha estado combatiendo incendios en Australia desde hace décadas. “Estamos muy al pendiente de la situación”.