¿quién educa al pueblo?

“Yo soy la vid y ustedes los sarmientos”

Maruchi R. de Elmúdesi

Maruchi R. de ElmúdesiArchivo LD

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maría teresa de elmúdesiEspecial para Listín Diario 
​Santo Domingo

Hay una estrecha vinculación entre la primavera y la pascua. La primavera es como "el estallido de la vida". Por eso antiguamente se le llamaba a esta Pascua, Pascua Florida. Una vida que se derrama en miles de árboles y arbustos, en millones de capullos y flores.

El que despertó esta vida no era un espíritu tacaño, sino derrochador. Y de ese derroche, de esa medida, de ese despilfarro brota la belleza de la nueva vida. La Resurrección de Cristo es el estallido de la vida. Una vida que estaba concentrada, aprisionada en el cuerpo de Cristo según la carne y que, en la Resurrección estalla y lo invade todo. Cristo es "el que vive". Alejarse de Él es alejarse de la vida, como el Sarmiento que se separa de la vid.

Jesús mismo es el que dice que Él es la vid “verdadera”. ¿Es que ha habido antes otra vid que no era la auténtica? En efecto, ya Isaías nos habla de un canto de amor de Dios a su pueblo. Y ese pueblo estaba significado por la Viña (Is 51-7).

En el frontispicio del templo de Jerusalén había una hermosa vid para significar a Israel. Este canto de gozo y esperanza por parte de Dios pronto se convierte en canto de decepción “espero uvas y le dio agrazones”.

Es la trágica historia de un pueblo elegido y mimado por Dios y sin embargo, no supo responder con amor, sino con ingratitud. Ese pueblo no era la vid verdadera.

Ahora la vid no va a ser un pueblo, sino una persona: la persona de Jesús, la verdadera vid. Y esta nueva vid dará el fruto que al Padre le agrada. Ahora este viñador sí que puede soñar, cantar y danzar.

“Jesús es el Hijo en quien el Padre ha puesto todas sus complacencias”. (Mt 3, 17). Amén.

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