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¿Quién educa al pueblo?

Gracias, Carolina

Maruchi R. de Elmúdesi

Maruchi R. de ElmúdesiArchivo LD

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Maruchi R. de ElmúdesiSanto Domingo, RD

Debo agradecer a nuestra alcaldesa por celebrar el carnaval como debe ser: tres días antes del Miércoles de Ceniza, que es cuando se inicia la Cuaresma.

¿Y por qué es esto? Porque la ceniza era un símbolo que representaba la fugacidad de la vida y el arrepentimiento de los pecados. Los judíos cubrían el cuerpo con ceniza para demostrar que intentaban acercarse a Dios.

Este tiempo es para prepararnos para la Pascua del Señor.

A ese tiempo antes del Miércoles de Ceniza se le llamaba carnestolendas, porque era para disfrutar antes del tiempo que usaríamos para reflexionar y pensar en el Misterio de la Vida, Pasión y Muerte de Jesucristo antes de su Resurrección.

Antiguamente se acostumbraba celebrar este tiempo de Cuaresma con fiestas, incluso el 27 de febrero se hacía carnaval, como si nuestra Independencia fuera algo para reírse y burlarse y ponerse trajes de máscara.

Por eso agradezco a Carolina haber terminado con esta horrorosa costumbre que no sabemos cómo comenzó en nuestro país.

Carnaval es una celebración pública que tenía lugar inmediatamente antes de la Cuaresma cristiana que cambia disfraces, desfiles y fiestas en la calle. Es un período de permisividad y descontrol. En la noche de carnaval todo vale y dice la leyenda que por eso se ponen máscaras. El origen son las fiestas paganas como las que se realizaban en honor de Baco, el dios del vino, o en honor del toro Apis en Egipto. Según algunos historiadores, estas fiestas se remontan a hace 5,000 años, parecidas a las fiestas del Imperio Romano, desde donde se expandía hacia Europa y fueron llevadas a América por los navegantes españoles y portugueses a partir del siglo XV.

Las carnestolendas son unas mascaradas rituales de raíz pagana y un período de libertad que se opone a la represión de la sexualidad y de la severa liturgia de la Cuaresma.

Todo lo que te haga pecar, apártate de eso; todo lo que te quite la gracia, apártatele. Arréglate con tu hermano; no peleen. Este es un tiempo para el perdón. ¡Amén!