realidad y fantasía

Las viejas artes

María Cristina de Carías

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maría cristina de caríasEspecial para Listín Diario
Santo Domingo

En estos días confusos, cuando el calor infernal precede un chubasco fuerte; cuando no es una tormenta que disloca la ciudad entera, para no escaparnos a mejores sitios hemos decidido dedicarnos a los antiguos oficios, casi olvidados por la nueva generación.

En medio del gris encapotado revivimos ¡el arte de tejer! Me costó un poco de trabajo y paciencia dar las primeras hiladas, pero poco a poco fui recordando lo creativo que puede ser y el entusiasmo que suscita contemplar una creación hecha por nuestras manos por medio de unas simples agujas.

Emma al principio me miraba con curiosidad, luego concentró su atención en aquella forma de enredar el hilo de la madeja.

Pronto quiso probar, busqué otro par de agujas y ella emprendió la tarea. Ni qué decir de los nudos y falsas puntadas que dio, pero con paciencia, que es la mejor fórmula para enseñar, pudo hacer una hilera y la exhibió ¡triunfante!

Ni que decir que se ha dedicado a tejer un abriguito para el nieto más pequeño, piensa regalárselo para Navidad.

Los antiguos oficios manuales, parte de la artesanía de nuestros ancestros, resultan, con imaginación y un diseño apropiado, excelentes muestras de creatividad.

Hace miles de años Homero narró en la Ilíada como Penélope, la esposa de Ulises, tras esperar su retorno durante años evitó a sus pretendientes hilando y deshaciendo lo hilado durante la noche. La habían obligado a prometer que se volvería a casar y ella puso por condición que sería cuando terminara su labor. Ulises volvió a su isla, en donde reinaba, justo a tiempo para reencontrarse con su amada tejedora.

Creo que Emma terminará su labor en el término que se ha impuesto, cuando vuelvan las suaves temperaturas y se celebre la más alegre de las fiestas.     

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