Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

FÁBULAS EN ALTA VOZ

“Les castraron el cerebro”

Marta Quéliz

Me pareció un comentario raro, pero analizándolo, me di cuenta de que tal vez el léxico de don Mariano no sea abundante, pero sí tiene claro qué es lo que quiere decir con esto. “Yo no creo en políticos y si son dominicanos, menos. Y lo más triste es que cada día le están haciendo más daño al pueblo, porque si te fijas es castrándole el cerebro a la gente que están los aspirantes”. Esto lo dijo haciendo alusión a las elecciones del pasado 18 de febrero, y preocupado por lo que puedan hacer en los sufragios de mayo con las presidenciales.

No más vergüenza

A don Mariano le dio mucha pena el informe de los observadores internacionales, a través del cual admitieron que hubo compra de votos durante las elecciones municipales. De hecho, están “investigando” a unos cuantos por este delito. El caso es que este señor, al igual que muchos de nosotros, está temeroso ante la posibilidad de que en mayo se repita la misma acción y a los votantes vuelvan a “castrarles el cerebro, porque eso es lo que han hecho con los que se dejan utilizar poniendo en peligro la paz y la estabilidad del país”.

Calma en una ciudad fabulosa

Lo sentí tan atribulado con este tema, que le pedí que me acompañara a una ciudad fabulosa donde la diafanidad protagoniza todo tipo de sufragio, aun se trate de gremios, como el de los médicos, abogados, periodistas... El respeto a la voluntad popular es innegociable. No hay dinero ni promesas que compren la conciencia de la gente. Esa frase de don Mariano “les castraron el cerebro”, no la conocen en ese lugar y creo que nunca la escucharán porque allí la dignidad se impone por encima del dinero. La gente vota por un candidato, no por un partido. Lo hace por convicción, no por manipulación. Le motiva el bienestar de su comunidad, no lo que pueda conseguir de manera particular.

Un ¡no! al regreso

Don Mariano no podía creer que era cierto lo que estaba viviendo. Le admiraba tanto el orden de los comicios en esa ciudad fabulosa que, no dejaba de contemplar el desenvolvimiento pulcro de quienes iban a las urnas y de quienes representaban a cada candidato. Ver cómo en cada recinto de votación el respeto a la democracia era lo que abundaba y nadie se atrevía a quebrantar la voluntad popular. Era algo tan grandioso que, en más de una ocasión me pedía que no lo devolviera a la realidad de República Dominicana donde hablar de elecciones es hablar de desorden, de peligro, de oportunismo, de clientelismo, de compra de cédulas, de bajeza, y más que todo, de “cerebros castrados”, a lo que más teme don Mariano y por lo que ruega a Dios que en mayo todos podamos vivir como en una ciudad fabulosa.

Tags relacionados