Comer en Santo Domingo

¡Qué rico hummus con guacamole!

En Sonoma. El nombre proviene del valle de Sonoma, cuna del vino californiano.

Hummus con guacamole.

Hummus con guacamole.Carmenchu Brusíloff

En el centro del ancho pasillo que, en el tercer piso de Ágora Mall, termina en Casa Cuesta funciona Sonoma Bistro. En un espacio abierto apenas delimitado por una barandilla de corta altura es mi sitio predilecto para alguna mañana sabatina tomar un espresso descafeinado. Lo acompaño de crema chantilly servida aparte para degustar cucharita a cucharita. El sábado pasado no fue tal el caso. Cambié de hora. Quedé para almorzar con una periodista que mucho aprecio: Nazaret Espinal. El restaurante es informal, pero tiene un apetecible menú. No de numerosos platos, pero sí con suficientes en cada renglón para escoger. Además, el personal es atento.

Con calma estudiamos la carta. “Tienen hummus en las entradas frías” comento a Nazaret. “¿Le gusta el hummus?” “Sí”. “Pidamos un servicio para las dos”, sugiere. Buena idea. En lo que nos decidimos por el plato fuerte ordenamos el “hummus de garbanzos y guacamole rústico acompañado de pita chips”. Fue atinada elección. Es exquisito y alcanza bien para las dos, tanto que no lo terminamos.

De plato principal tenemos dudas. Hay un Mongolian Beef, acompañado de arroz thai, que nos llama la atención. Pero nunca lo he probado, así que dejo a Nazaret que se encargue de comprobar si es bueno. Para asegurarse, ella pide al mozo explicarle el proceso de su preparación. Tras escucharle, lo ordena. Resultó excelente.

Yo, en cambio, tengo duda entre dos pollos: Pollo Teriyaki (“arroz al vapor, puerro, semillas de sésamo, y nuestra salsa teriyaki”) o Napolitana de pollo (“pechuga de pollo en crust de hierbas, pomodoro, mozzarella gratinada, mash de yuca”). Suena bien, sobre todo con el mash de yuca. El resultado, sin embargo, no fue el previsto. La pechuga, quizás por muy grande, estaba dura y seca. Ya con el primer bocado me arrepentí de esta elección.

Habiendo terminado con la comida salada, hago un gesto con la mano al mozo. Queremos preguntarle por los postres. En el menú no vienen especificados. El mozo, empero, lo que llega es con la cuenta. “No, no, lo que queremos es saber qué postres tienen”. Enumera cuatro o cinco, no más. Nazaret se decanta por Coco horneado Nonna. Yo, por el pudín de pan tibio con dulce de leche. Cuando traen los servicios, nos sorprende: cada uno viene con una bola de helado de vainilla. El camarero olvidó decirlo. El mío, además, con un suspirito (merengue en España). Los postres resultaron ¡deliciosos! Adecuado final para un almuerzo en la mejor compañía.

Clientela

Al llegar, poco antes de las 12:30, apenas había unas cuatro mesas ocupadas. Cuando terminamos de almorzar, a las 2:00 de la tarde, estaba lleno. Entre los clientes había familias con niños.

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