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Folcloreando

Necesidades afectivas de los niños

XIOMARITA PÉREZ

XIOMARITA PÉREZArchivo LD

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Xiomarita PérezSanto Domingo, RD

Escuchando al pediatra Carlos González, promoviendo un curso sobre “Necesidades afectivas de los niños”, organizado por la Escuela Bitácoras, me puse a pensar en lo difícil que es criar en estos tiempos. Recuerdo cuando se inició en las empresas e instituciones trabajar en horario corrido en donde, además de tener que llevarse la comida para recalentarla, también iniciaba el poco contacto de los padres con los hijos cuando llegaban a la casa luego del colegio. Afectó también “el comer caliente” en ese receso y dormir 20 minutos para retornar renovados a las 2:00 de la tarde a la oficina.

Por otro lado, las vacaciones de verano que era el tiempo de visitar a nuestros familiares y compartir y aprender de los abuelos y tíos de su sabiduría, un legado que nunca se olvida, se convirtió en campamentos de verano, porque es más fácil “salir de ellos” que “entrar” en ellos. Esas vacaciones los padres, perdón las madres, organizaban sus vacaciones para que coincidieran y así disfrutaban juntos los viajes al campo o al exterior, de acuerdo a sus posibilidades.

Luego llegó el “feminismo” dominicano en donde la mujer ya casada e iniciándose como madre para liberarse, quería seguir superándose haciendo maestría y posgrado y los hijos criándose con sus nanas, que muchas no saben cómo conducirlos, y cuando llegan los padres vierten toda su carga emocional de su diario vivir en esos muchachos.

Hay momentos o edades en la vida de los hijos en los que hay que estar con ellos, no para inspeccionarlos registrándoles las mochilas, los celulares o tocándole la puerta del baño “para saber en qué están” violando su privacidad, cuando quizás están explorando su cuerpo, es ser cómplices, escucharlos, darles afectos, confianza y seguridad para que como padres seamos los primeros receptores de una situación que les esté pasando de cualquier índole.

Que me excusen los padres y abuelos que se criaron con inhibiciones, con traumas, prejuicios, que les da vergüenza hablar con ellos de temas propios de su edad. Es mejor que sean ustedes y no los amigos que pueden distorsionarlos. Y para terminar… No les pregunten a los profesores, y menos delante de los hijos, cómo le está yendo en los estudios. Pregúnteles a sus hijos cómo pasó su día en el colegio, cuáles fueron las novedades, estableciendo una conversación que alimente su espíritu. Esa conversación se va cultivando desde el preescolar.

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