La telaraña del estrés: Correr para no pensar si nuestra vida merece la pena
El estrés es como una telaraña que nos atrapa en una actividad frenética y constante que nos impide parar y pensar si la vida que llevamos merece la pena
Según el psiquiatra del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, la mayoría de personas que sufren estrés se pasan la vida de un lado para otro. Al correr una maratón diaria dejamos de disfrutar de las pausas y de los descansos, se dispara la exigencia y disminuye la tolerancia hacia nosotros mismos.
“La realidad es que el estrés y las prisas nos hacen meter más y más tareas constantemente en nuestra jornada, para correr cada vez más y no dar a tregua a nuestra mente para pensar y reflexionar sobre la vida que llevamos”, lamenta Javier García Campayo, catedrático de psiquiatría la Universidad de Zaragoza.
Para el especialista, el estrés es un proceso progresivo. En la juventud empezamos a fijar metas y, durante años, alcanzarlas es lo único que importa hasta que llega un momento en el que “uno ya no puede parar”.
Por lo tanto…¿Cómo podemos vencer la presión del estrés? ¿Qué espacio ocupa nuestra felicidad en la larga lista de tareas que tenemos pendientes? ¿Cómo detenemos el ruido mental fruto del estrés?
Respuestas que figuran en su libro “Parar para vivir mejor” (Editorial Harpercollins), donde el experto y expresidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática, analiza también la repercusión del estrés y las prisas en nuestra salud física y mental. Además, propone una guía con consejos y recomendaciones para liberarse de la ansiedad y el ruido mental.
El origen del estrés: correr por correr
“La razón principal de que vayamos corriendo a todas partes es que todos sentimos que tenemos mil cosas que hacer y que todas ellas son muy importantes”, explica el psiquiatra en una entrevista con EFEsalud.
A lo largo del día, de la semana, de los meses… nos autoexigimos una serie de objetivos y tareas que tenemos que cumplir para que el día realmente merezca la pena.
Según el experto, muchos de estos objetivos no son relevantes pero los percibimos como tal.
“Llega un momento en el que los objetivos dejan de ser importantes. La propia prisa y aceleración forma parte de nuestra vida y si no la tenemos la echamos en falta”, lamenta García Campayo.
“En consulta, cuando preguntamos a una persona con ansiedad y con estrés que haría si el día tuviera cinco horas más, la mayoría de las personas responden que tendrían que correr para abarcar más cosas por hacer porque no pueden estar, simplemente, sin hacer nada. No disfrutan de estar parados, sino de ir corriendo”, afirma el experto.
“En cambio, alguien que no va corriendo por la vida y que disfruta de los momentos, si tuviera toda la tarde para no hacer nada diría: ¡Que maravilla, a disfrutar!”, añade.
¿Dónde está la felicidad?
“El estrés, uno de los principales problemas de una sociedad que trata de correr y llegar a todos lados. Tiene su origen en la idea, completamente extendida y errónea de que la felicidad es algo externo a nosotros”, explica el psiquiatra.
Desde pequeños, aprendemos que hay algo ajeno a nosotros que nos proporciona la felicidad cuando lo conseguimos.
Javier García Campayo explica: “Cuando era joven, pensaba que cuando acabase Medicina sería feliz. Un poco más mayor pensé que cuando consiguiera un trabajo definitivo sería feliz. Siempre estas buscando en el exterior algo más que te haga feliz”.
Otro buen ejemplo que destaca el especialista, es la lotería.
“Siempre creemos que si ganamos la lotería seremos felices, pero a los doce meses de que te toque la lotería, la gente es exactamente igual de feliz de lo que era antes de haberla ganado”, sostiene el psiquiatra.
Según el experto, la búsqueda de la felicidad en el exterior, nos hace desear siempre una casa más grande, un trabajo mejor, una posición social más alta…
Sin embargo, nada exterior nos proporciona una felicidad estable.
“La gente se pasa la vida buscando la felicidad en el exterior. Sin embargo, la felicidad está dentro de nosotros. Yo les digo siempre a mis pacientes que tienen que buscar la felicidad aquí y ahora o tampoco la tendrán dentro de un tiempo, aunque alcancen todos sus objetivos o les toque la lotería”, puntualiza.
Síntomas del estrés
El psiquiatra Javier García Campayo destaca algunas acciones como posibles síntomas de alerta de una persona con estrés en el día a día de su vida.
Levantarse cansado y con apatía por la mañana.
Dificultades para dormir o para conciliar el sueño: aproximadamente entre un tercio y un cuarto de la población adulta a penas duermen y el resto suelen tener problemas para dormir.
No disfrutar de las cosas: hacer planes o vivir momentos que no disfrutamos realmente con intensidad.
Comer rápido, de píe y en cualquier lado: es muy habitual en personas estresadas o con muchas cosas por hacer y realizando a la vez otra actividad.
Atender a varias cosas a la vez y llevar a cabo diferentes tareas al mismo tiempo.
El estrés sobre la salud física
El estrés no solo nos afecta a la salud mental: “En este momento, la teoría que se tiene en Medicina es la de la neuroinflamación, es decir, que la causa principal de casi todas las enfermedades, sobre todo en el mundo moderno, es el estrés”, afirma el psiquiatra.
El cuerpo no aguanta los niveles de estrés de una persona que se dedica a correr a todos lados o que siempre necesita estar ocupada en alguna actividad.
Esto se produce, según explica el doctor, porque el estrés produce cortisol en sangre, lo que puede ser beneficioso de manera puntual, pero no de forma crónica porque daña al organismo.
“El cortisol crónicamente aumentado en sangre altera todos los mecanismos internos, lo que hace que tengamos en general el cuerpo inflamado dañando gravemente nuestros órganos”, señala el especialista.
“Ya se sabía que el estrés produce infartos, pero ahora se sabe que, además, lesiona otros órganos cómo el páncreas, produce diabetes, tiene efectos sobre el aparato digestivo y facilita la aparición de tumores.”, añade.
El experto explica que el estrés crónico baja todo el sistema de defensas y facilita la aparición de todo tipo de cánceres.
“De hecho, debido a todos los problemas que produce, la calidad de vida de una persona que padece estrés crónico es muy baja”, concluye.
El ruido mental
Y otra de las manifestaciones de estrés en nuestra vida es el ruido mental que no es otra cosa que “la charla que mantenemos con nosotros mismos constantemente”, explica García Campayo.
Según el experto, el ruido aumenta en las personas más estresadas o que intentan atender y sobrellevar varias cosas a la vez.
Además del sonido que se produce cuando mantenemos una conversación y el sonido ambiente que proviene de fuera o del exterior, las personas mantenemos una conversación en nuestro interior.
Para Javier García, esa voz es la clave de la felicidad o del sufrimiento.
“Lo que nosotros nos contamos en esa voz es lo que nos hace felices o desgraciados”, señala el especialista.
Cuando nos hablamos desde la exigencia y el estrés entonces la voz se convierte en ruido mental.
“Los psiquiatras y los psicólogos lo que intentamos es controlar o incluso eliminar mediante diferentes técnicas ese ruido mental para evitar el sufrimiento”, afirma el doctor.
Técnicas para ganar la batalla al estrés
“La meditación es la técnica que se considera ahora mismo más eficaz para manejar o reducir el estrés y el ruido mental, sin embargo hay otras opciones como por ejemplo la relajación, el deporte o pasar tiempo al aire libre“, explica el experto.
No obstante, el especialista destaca que la meditación a diferencia de otras técnicas, si que detiene el dialogo interno, al menos por un tiempo.
Meditación o mindfulness
El mindfulness es un técnica de meditación que consiste en concentrarse en el momento presente. Es muy eficaz para reducir el estrés porque detiene el ruido mental.
“Lo que intenta el mindfulness es que la persona sea consciente progresivamente de ese diálogo interno y se de cuenta de que solo vale la pena pensar en lo importante y en lo presente“, afirma.
Las técnicas de mindfulness requieren 10 ó 15 minutos de práctica diaria y son muy eficaces para mantener la mente concentrada en el momento presente.
La práctica de los tres minutos
“Es una práctica de tres minutos de meditación mindfulness, muy cortita que se puede incluir en el día a día”, señala Javier García Campayo.
Con este ejercicio se pretende mantener una sensación de paz, bienestar y atención a lo importante.
El especialista aconseja ponerse una alarma para realizarla al menos un par de veces al día y explica que puede practicarse tanto en casa como en el trabajo, en el gimnasio…
La práctica se realiza en tres fases:
Primer minuto: tomar conciencia del entorno, del cuerpo y de la experiencia interna. Para ello, se debe adoptar una postura relajada y cerrar los ojos. Después, hay que pensar en el lugar en el que estás y prestar especial atención a todos sus aspectos como los olores, sonidos, temperatura, sensaciones…
Segundo minuto: respiración. Fíjate en tus emociones y sensaciones físicas y llévalas a tu respiración. Concéntrate en el área del abdomen, en el tórax, en las fosas nasales.
Tercer minuto: expansión de la conciencia. Permanece así unos segundos. Nota cómo tu conciencia se expande poco a poco, hasta que sientas como si respirases con todo el organismo. Quédate de esta forma unos segundos antes de volver a la vida normal. Por último, y de manera gradual, trae tu campo de conciencia hacia el cuerpo, hasta la postura y la expresión facial. Finalmente, despacio abre los ojos.