Gillermo Arriaga: “Sin la ficción difícilmente nos podemos entender como seres humanos”

Fotogramas de la famosa película de terror que todavía provocan al espectador.

Fotogramas de la famosa película de terror que todavía provocan al espectador.

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Jesús Paniagua
Santo 'Domingo, RD

La primera novela que leí de Guillermo Arriaga fue, “El dulce olor a muerte”. La limpieza y precisión de su lenguaje, me llevaron a otra historia, “Búfalo de la noche”. Desde entonces, su literatura ha sido de gran influencia en todo lo que escribo. “El Salvaje” (2017), ganó el Premio Mazatlán de Literatura y en 2020 obtuvo el Premio Alfaguara de Novela con, “Salvar el Fuego”. Hace unos días, estuvo como invitado en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2023, donde expuso una Conferencia Magistral, “Entre el amor y el horror”, y presentó su más reciente título, “Extrañas”. En sus horas libres, caminamos por la Ciudad Colonial.

¿Hasta qué punto es su compromiso literario con su país?

El único compromiso que debe tener un escritor es con la historia que está contando. Si se empieza a creer que tienes un compromiso con tu país, entonces terminas poniéndole una carga a la obra que no la va a resistir. Para eso está la Secretaría de Turismo o la Gobernación. La mayor parte de mis historias son profundamente mexicanas, pero no porque yo tenga un compromiso con mi país, sino porque son las historias que me han llegado y me han interesado.

¿Cómo la ficción ha aportado a su relación con el mundo tal cómo es?

La ficción surge para vernos mejor a nosotros mismos desde un ángulo insospechado. Necesitamos ficción y si no se “ficcionaliza” el mundo, nos cuesta trabajo entenderlo. La literatura surge de la cacería, cuando los cazadores y las cazadoras llegaban al fuego a contar las historias; eso servía para dos cosas: uno para traer la experiencia y el conocimiento de afuera a los demás miembros, y otro para crear un vínculo porque el que se quedaba necesitaba saber que era lo que hacían los demás, y conforme se fueron contando las historias fueron agregándose elementos, por ejemplo que el mamut era gigante o era de color verde, y empezaban a enriquecer esas historias con elementos de ficción. Sin la ficción difícilmente nos podemos entender como seres humanos.

En sus novelas podemos ver diferentes tipos de estructuras narrativas. ¿Cómo las define?

Cuando yo me siento a escribir tengo una muy ligera impresión de qué se va a tratar la historia. No tengo idea ni quiénes son los personajes, ni para dónde va la historia. Por ejemplo en mi novela, “Salvar el fuego”, yo sabía que era una mujer de clase alta que se vinculaba con un preso, pero desconocía a qué se dedicaba la mujer de clase alta y a qué se dedicaba el preso y por qué estaba preso. La historia se fue abriendo paso. En esa novela, que es mi segunda mi novela más extensa, después de, “El salvaje”, dije “güey” quiero una novela de 100 páginas, y esta la tenía en la cabeza desde hace muchos años, pero cuando me puse a escribir me di cuenta que no era tan fácil como yo creía. Entonces arranqué, no sé por qué, con un manifiesto como si hubiera sido escrita en un taller de literatura dentro de la cárcel. Un manifiesto muy agresivo, luego puse la escena donde le meten un balazo a una mujer y yo dije “Ay” ¿cómo la voy a contar?, ¿qué necesito?... la voy a contar en primera persona como mujer, que es un riesgo. Yo dije, pero aquí falta algo, tengo que contar la historia y se me ocurrió poner a un hermano que cuenta en segunda persona, que le habla al padre en el cementerio, y dije bueno, falta algo más, la tengo que contar en tercera persona, lo que siente el malandro, y así fue que fue surgiendo la estructura, no es que yo la planeara.

¿Cómo logra que, a pesar de la extensión de la novela, siempre esté pasando algo, y cómo mantener la atención del lector?

No tengo idea. Como a mí me pasaron muchas cosas en la vida, y me siguen pasando, pues trato de contar las historias como sí me hubieran pasado a mí, y entendí cuál es mi tradición narrativa. Mi tradición narrativa es la tradición donde pasan cosas. Es una tradición a la que pertenece desde Homero, Heródoto, Shakespeare. En Faulkner pasan muchas cosas, en Rulfo pasan muchas cosas, igual que en Hemingway, esa es la tradición narrativa a la que yo pertenezco.

Tampoco sé como se puede mantener el interés del lector, no tengo idea. Yo escribo descubriendo la historia. Yo no sé de qué se trata la historia y la escribo como lector, entonces me va sorprendiendo como en igual manera al lector.

En sus historias también se tocan muchos temas, amor, desamor, narcotráfico, pasiones, venganza. De todos esos temas ¿hay algo de Guillermo Arriaga?

Claro que hay algo mío, digo, no me meto en drogas, no conozco “dealers” y demás, pero crecí en un barrio donde había mucha droga, mucha. Empezaba el narcomenudeo, como el caso en el Norte de México, que era uno de los lugares más peligrosos del país, porque estaban ahí metidos los carteles de la droga.

Por intermediación de un amigo me he sentado a comer en los cuarteles con los militares, a quienes les profeso mucha admiración, y algunos de ellos vienen frescos de tener lo que le llaman un “topón” o un enfrentamiento con los narcos, y conversan conmigo. De ahí descubrí que los militares mexicanos son tremendamente cultos. Tocan esos temas de cerca, y así ando con gente que sufrió la violencia de manera directa y aunque no quisiera, no me interesa hablar del narcotráfico, pero se filtra.

¿Qué importancia le concede a las redes sociales?

Las redes sociales me ayudan a desmentir entrevistas, por ejemplo, cuando hablo de algo, la interpretación del periodista es completamente distinta. Me ayudan, por ejemplo, voy a presentar mi libro aquí, lean esto, hablo de algunos procesos creativos, etcétera. A mi Twitter e Instagram me han ayudado muchísimo a difundir mi obra, y a saber también qué están pensando los lectores acerca de la obra.

Hablando de las redes sociales, la inteligencia artificial está de moda…

La detesto. Me parece que ya es muy seria, estamos en huelga los escritores en Estados Unidos, los escritores de cine, porque ya los productores quieren ahora que estas cosas se escriban en series. Lo empezaron a intentar y por eso estamos en huelga, porque tratamos de que los productores no usen inteligencia artificial. ¿Qué hace un escritor que termina su novela o su guión con inteligencia artificial? Ahorita los alumnos están escribiendo sus trabajos con este recurso, o sea ya no escriben como ellos.

Usted también es reconocido como un gran cineasta, ¿en estos momentos está trabajando en algún filme o en algún guión?

El filme que acabo de producir con mis hijos “A cielo abierto”, es lo más reciente que tengo. Está inscrito en Venecia, Toronto y Morelia, y otros festivales más.

Amores perros es una obra que fue una explosión mundial, ¿qué recuerdos guarda e de aquella experiencia?

Me abrió muchas puertas. “Amores perros” es una película a la que siempre voy a estar agradecido. Una obra que tiene que ver con mi perro Coffy, que no era un Rottweiler, sino un perro horrible.

¿Lo puso a pelear?

Yo tenía 8 años, y le aventaron otro para que matara al mío. Una pelea nomás por diversión, y mi perro lo mató, entonces los vecinos dijeron aquí hay una mina de oro y empezaron a pelear con mi perro. No vi las peleas, yo nomás veía a mi perro cómo regresaba herido. En “El salvaje” hablo de un perro lobo y realmente fue mi perro. El perro lobo real que vivía al lado de mi casa que era casi un lobo era aburridísimo pero mi perro era un lobo brutal. Entonces “Amores perros” viene de ese perro y viene de un accidente de carretera que tuve.

Dentro de su rutina, ¿en qué tiempo escribe?

La mayor parte de las mañanas procuro salir, ir a entrevistas, ir a juntas, respondo entrevistas, reviso y contesto correos. Luego almyerzo. Y a partir de las cuatro de la tarde me siento a escribir hasta las cuatro de la madrugada.

¿Cómo valora el futuro de las letras mexicanas?

Mira, la literatura de los mexicanos se está refrescando de una manera muy potente gracias a las escritoras. Creo que las escritoras son las que están marcando el rumbo de la literatura latinoamericana. En México está Guadalupe Nettel, hay varias que están haciendo buen trabajo, Ligia Urroz, Irma Cedeño, Carla Salater, Tio Mendoza. Las mujeres están haciendo una gran literatura.

¿Ha leído literatura dominicana?

Si, claro. A Bosch por supuesto, Pedro Henríquez Ureña, y algo de Balaguer, son básicamente los que he leído. 

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