talento dominicano
Nini Carela: arquitecta y artesana que inspira sus historias en ‘muñecas sin rostro’
La profesional que creció en el sector capitalino, El Caliche de Cristo Rey, donde la delincuencia formaba parte de su día a día, dio sus primeros pasos en la artesanía cuando ayudaba a su padre en un taller de ebanistería.
Nini Carela es de las personas que piensan que: “Cuando te das cuenta de que te apasiona algo, ¿para qué devolverte?”. Ella es una arquitecta dominicana que ha tratado de plasmar en sus creaciones un pedazo de su tierra querida: Samaná, de donde son oriundos sus abuelos, a través de tazas, bolsos, grecas y otros artículos en los que usa uno de los elementos más emblemáticos de la artesanía dominicana: ‘La muñeca sin rostro’.
Utilizando estos objetos como lienzos en blanco, Nini narra las historias de su gente, sus abuelas, tías y otras mujeres que dejaron huellas en su vida. Pinta flores, lugares y recuerdos, en los cuales deja plasmados a esas figuras femeninas que, aunque carecen de rasgos faciales, son parte de la identidad cultural dominicana.
Sin embargo, la historia de la artesana es más cercana que esta provincia que tanto añora y que le ha dado la oportunidad de expandir su arte, pues creció en el sector capitalino, conocido como El Caliche de Cristo Rey, donde la delincuencia formaba parte de su día a día.
Milagros (cariñosamente Nini), junto a sus dos hermanos creció en este barrio, donde donde acumula entre sus recuerdos los años en los que ayudaba a su padre en el taller de ebanistería, o cuando tenía que entrar a su casa corriendo, debido a pleitos y rencillas que se armaban entre los delincuentes de la zona.
“Siendo niña, fueron muchas las veces en las que tuvimos que entrar corriendo a nuestra casa porque pasaban los ‘tígueres’ con machetes peleando entre ellos; ahora pelean con pistolas”, narra Carela en tono jocoso, rememorando aquellos días de su infancia.
Venciendo obstáculos
Hoy, a sus 42 años de edad, la arquitecta da a conocer que su pasado en un sector donde reinaba la delincuencia no marcaría su futuro, pues tiempo después tuvo la oportunidad de mudarse del sector, superar obstáculos y estudiar arquitectura, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
El hecho de crecer allí no le impidió ni a ella ni a sus hermanos formarse y convertirse en profesionales, como lo han hecho uchas otras personas que crecen en barrios empobrecidos y peligrosos. “Lo que sucede es quela maldad hace más bulla que la gente buena”.
Nini narra que, a diferencia de otros jóvenes, la carrera que estudió para hacerse profesional, no fue su primera opción, de hecho, no estaba entre sus planes en lo absoluto, sin embargo, se enamoró de ella desde el primer día, por lo que está de acuerdo con que ella no eligió la arquitectura, sino que la arquitectura la eligió a ella.
Iba a estudiar Diseño de Moda, en Chavón, pero hubo un tema económico, y no pudo. Uno de sus hermanos la motivó a estudiar Arquitectura y no Publicidad que era la otra opción. Fue así como empezó su relación con esta carrera que le ha abierto puertas de manera paralela a una pasión y un arte que desarrolló mirando a su padre trabajar en el taller de ebanistería: pintar. Pero más que eso, a Nini le apasiona plasmar historias en los objetos y, a través de detalles como el pelo y el vestido de las muñecas, narra la historia de sus raíces, tratando de rendir tributo a su familia, y en especial a sus abuelas.