Historias de la vida
Liondy Ozoria: de la risa al llanto
El hombre que todos conocen por el humor que durante 25 años ha llevado a la población, con su inseparable amigo, Ñeñeco, ha dejado claro que también hay situaciones que lo conmueven, como el diagnóstico de autismo de su hijo.
Fue en el pasado mes de diciembre cuando se le solicitó a Liondy Ozoria contar su historia. ¿El motivo? Pensar que detrás del humor que hace con su inseparable Ñeñeco, podía haber mucho qué decir. Por diversas razones, no se había vuelto a establecer el contacto. Retomada la petición, él no dudó en aceptar. El martes a las 10:00 de la mañana estuvo puntual en LISTÍN DIARIO para atender a su cita.
Todos lo miraban y saludaban con afecto, claro, no sin antes preguntarle por su eterno compañero. Es un hombre decente, nada que ver con la “vergüenza” que a veces le hace pasar Ñeñeco en escena. Ya listo para la conversación, se acomoda, y poco tardó en hablar de sus hazañas para hacer reír a la gente de aquí y de otros países. Y, como en la vida no todo es color de rosa, también habló sobre el tema que toca sus fibras más débiles. Desde hace cuatro años, en su historia se ha escrito un capítulo para nada chistoso: el diagnóstico de la condición de autismo de su hijo menor, Said. El tema lo conmueve, y lo hace pasar de la risa al llanto. “No te puedes imaginar cómo se te transforma la vida cuando recibes esa noticia”. Se quiebra y no tardan las lágrimas en responder qué lo hace llorar.
Se toma su tiempo para reponerse. La servilleta que Juan Luis le había puesto debajo del vaso con agua se convirtió en su pañuelo. En ese momento, el café que se estaba tomando con tanto gusto perdió su encanto, y el llanto tomaba las riendas de la entrevista. “Yo quisiera entrar en ese mundo donde vive mi hijo y quedarme con él ahí. Él es feliz en ese mundo”. Su voz quebrada lo interrumpía. No se tornaba fácil seguir el tema, pero se armó de valor y continuó: “Es una tristeza grande, inmensa. Uno quisiera durar para siempre, porque sólo nosotros lo conocemos, lo entendemos, y es triste pensar en que tú puedas faltarle algún día. De verdad, que uno quisiera irse después de él”. Sus lágrimas son contagiosas y es inevitable ponerse en sus zapatos.
Quien vive una historia como la suya puede entender sus emociones. “Hay que enterrar al hijo que uno ideó y aceptar con amor al hijo que Dios te dio”. Tener clara esta realidad y aferrarse a una fe viva que siempre lo ha caracterizado, lo hace fuerte, y por ello sigue adelante. Su esposa Andry Medina, y sus hijos Sarah, Alessandro, Sofía y Said son su motor de empuje para continuar hacia delante y “ser feliz, porque decidí ser feliz”. Ah, Ñeñeco, no puede quedarse.
Viene de familia de escasos recursos
Había que buscar la forma de devolver a Liondy del llanto a la risa. Preguntarle por sus padres, don Cirilo y doña Berta, y por sus hermanos Jacqueline, Yubelkys y Gilbert ayudó a que sus ojos rojos volvieran a la normalidad. “Yo vengo de una familia de escasos recursos, no pobre, porque la pobreza es mental”. Lo dice convencido de que es así y de que le ha dado resultado esa percepción.
Al parecer ese es su lema, pues al preguntársele que si Ñeñeco lo había sacado de la pobreza, admitió: “Totalmente, él fue que lo hizo, pero de la pobreza mental, porque la vida es cosa de proponerse metas y cumplirlas. Aunque la mía nunca fue ser ventrílocuo, se dio y me he esforzado en hacerlo bien”. Por eso se mantiene capacitándose para dar lo mejor de él y del rebelde muñeco.
Ñeñeco nació de un susto
Es casi imposible ver a Liondy Ozoria fuera de un ‘show’ y no preguntarle por Ñeñeco. Hay días que debe responder hasta a 50 personas o más, sobre dónde dejó a su compañero de aventuras. “Es incréble cómo algo inanimado puede llenarme tanto”. Así se refiere el humorista del que por casi 25 años se ha convertido, más que en su fuente de trabajo, en una especie de “paño de lágrimas”.
Por lo que significa este compañero para él, es que lo trata con respeto, le dispensa amor y lo proteje. No es para menos. Gracias a él es que Liondy ha podido darle una buena calidad de vida a su familia. Su primer apartamento lo compró en el año 2009. Después de ahí, ha tenido el chance de hacer otras inversiones. “Eso sí, después que a nuestro niño le diagnosticaron la condición de autismo, no nos ha parado un peso en el banco”. No le afecta gastar hasta el último centavo que gane en el bienestar de Said.
Decir esto amenaza con devolverlo a la tristeza que lo invadió al inicio de la entrevista, y rápidamente se le mencionó el nombre mágico, y que todos ustedes conocen. “Ñeñeco es travieso. Me hubiese gustado tenerlo cuando yo estaba en el Bachillerato para preguntar sin que nadie se diera cuenta”. En esta ocasión se ríe y muestra cómo preguntaría, con la boca cerrada: “Cuál es la ocho”, refiriéndose a la respuesta de una de las interrogantes de un examen. Le salió muy gracioso.
Anécdota con Freddy Beras
Liondy dejó claro que no le gustan los conflictos, sino trabajar con seriedad, aun lo que haga sea humor. “Tomé muchos consejos de don Freddy Beras Goico. Tuve la dicha de enterarme por él mismo que le gustaba mi trabajo, y recuerdo que lo conocí porque yo de ‘agentao’, me aparecí un día sin invitación a ‘La Escuelota’, le comentaron en el camerino que yo estaba ahí, y él dijo: ‘Ay qué bien, el invitado de hoy no vendrá, lo ponemos a él’, y me dio esa oportunidad y ya dondequiera que me veía, me aconsejaba”. Esto le llena de orgullo y se le nota. Charlie Chaplin y Roberto Gómez Bolaños también han sido buena influencia para él. Agradece a cada uno de los que han contribuido con su exitosa carrera.
Un consejo serio
Liondy no es ambicioso. “Yo lo que tengo es metas y trabajo para lograrlas. Por eso, aprovecho para decirles a los jóvenes que traten de prepararse en lo que sea que hayan decidido incursionar. Y si es en la música, que no lo hagan por hacerlo, sino con base, haciéndolo bien, no poniendo todos los huevos en una sola canasta”. Ojalá presten atención a esta recomendación que hace quien vendió dulces y bollitos, y pasó de ser tapicero a ser un ventrílocuo que ha paseado su arte por diversos países. Ah, y vienen más, en 2024 se va de gira a celebrar sus 25 años por Sudamérica, por supuesto, con Ñeñeco.
Origen del muñeco
“Ñeñeco nació de un susto que le di a una niña con una muñeca. Luego, por cosas de la vida, me fui involucrando en el área, pero a decir verdad, nunca pensé vivir de este oficio. Sí quería ser artista. De hecho, comencé a estudiar Publicidad, pero no tenía los recursos, y terminé en esto, que ya es parte de mi vida”. Lo dice orgulloso de quien se ha convertido en un “hijo” para Liondy.
Su primera actuación la hizo en una escuela de Elías Piña, en 1999. De manera profesional, comenzó en 2003 cuando ganó el segundo lugar en ‘Cuánto Vale el Show’, de Johnny Ventura.