SALUD
El “milagro del autismo” se produce cuando hay dinámica familiar positiva
Aunque llene de incertidumbre y miedos, tener un miembro con TEA demanda tiempo y recursos, paciencia y amor.
El trastorno del espectro autista (TEA) está asociado al neurodesarrollo y suele afectar la comunicación, el comportamiento y la interacción social de las personas.
Puede manifestarse en diferentes grados de severidad y tener un impacto significativo en la vida diaria de las personas que lo padecen y en la de sus familias.
Aunque la detección del TEA puede darse en cualquier momento, es más frecuente a edad temprana, siendo de vital importancia, que los padres o cuidadores, presten atención en el proceso de cuidado, a comportamientos inusuales que puedan generar signos de alerta relacionados con esta u otra condición que pueda afectar el sano desarrollo de sus hijos.
En el caso que nos ocupa, para las familias con un miembro TEA, el diagnóstico puede llenar de incertidumbre, miedos, desequilibrio, cambios en la dinámica familiar, demanda de tiempo y recursos económicos; pero, sobre todo, requiere de compromiso, paciencia, receptividad y amor.
En tal sentido, el entendimiento del TEA suele ser difícil, no solo para los padres, cuidadores o maestros, sino hasta incluso para algunos profesionales de la salud; por lo que debe ser abordado desde el amor y no desde el miedo de la familia.
Es importante comprender que las personas con este trastorno ven el mundo de forma diferente, suelen aislarse de su entorno, ensimismándose, al no poder comprender en la mayoría de los casos, el lenguaje verbal o no verbal, las emociones de las demás personas. Sin embargo, cada paciente con TEA es único e irrepetible y hay que respetarlo, amarlo y acompañarlo en el entendimiento del mundo que los rodea, de forma tal, que puedan ser cada vez más funcionales y autónomos, apoyados siempre en las fortalezas, habilidades y competencias propias.
En la práctica clínica se ha observado que cuando la familia con un miembro TEA asume de manera afectiva y proactiva esta realidad, se da una dinámica familiar positiva, ocurriendo lo que he llamado “el milagro del autismo”, esto así, porque las familias aprenden a cultivar la sensibilidad, solidaridad, empatía, paciencia, humildad, bondad, el amor por el prójimo, así como otros valores, en respuesta a los desafíos que enfrentan.
En ese sentido, al ser capaces de valorar y reconocer los pequeños y grandes logros de todos los miembros, se hacen más receptivos para entender y manejar mejor la condición de su pariente y en vez desmayar antes en las dificultades se enfocan en las oportunidades, desarrollando un sentido de resiliencia y esperanza, lo que contribuye a la disminución del estrés y ansiedad familiar.
‘El milagro’
Se da cuando todos los miembros de la familia participan del proceso, guiados por profesionales de la salud que les proporciones herramientas, para maximizar las fortalezas del paciente tanto dentro del hogar, en el colegio y en su entorno general, creando las bases para la autonomía y funcionalidad del paciente, siempre mirando el proceso desde el amor y no del miedo. Viendo en cada dificultad una oportunidad para amar y crecer.