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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¿Sabes qué es la amistad?

Marta Quéliz

Marta Quéliz

Creemos que todo el que nos sonríe, que todo el que dice ser nuestro amigo o nuestra amiga, lo es. Pero no. La amistad no nace de la noche a la mañana, pero tampoco porque tengamos mucho tiempo conociendo a alguien podemos considerarle como tal. Las palabras salen sobrando cuando hay una verdadera amistad. Los hechos son los que te dicen qué tanto vale la pena ponerle este nombre a este tipo de relación.

Como tu familia

Viendo cómo con los años se ha ido perdiendo aun más el sentido de una bonita y fiel amistad, me fui a una ciudad fabulosa donde se asume este compromiso como si se tratar de una familia cerca. Es más, a veces un buen amigo o una buena amiga terminan haciendo por ti lo que quizás un pariente no haría jamás y viceversa. En este lugar, no se traiciona, no se le da la espalda, no se le engaña y mucho menos, se le ve la cara de idiota a un llamado amigo. Aquí se apoya, se considera, se ama, se respeta y se conserva la relación de amistad que se tiene con una persona.

En las buenas y no buenas

Observé que aquí no es hablando que se le da forma al popular dicho “en las buenas y en las malas”. Es con acciones. Es estando en esos momentos que no son tan halagüeños, y es celebrando con ellos sus éxitos, sus logros, sus triunfos… Porque sencillamente, en esta ciudad fabulosa, no hay envidia, tirantez, rencor ni nada que empañe la belleza de una hermosa amistad. Se camina junto a ese amigo o amiga que te necesita para llorar o reír; se perdona 70 veces 7 como dice el Señor, porque todo debe fundamentarse en las buenas acciones, y hasta las fallas cometidas, no tienden a ser para dañar. Por eso la amistad allí fluye de la mejor manera.

De regreso

Fue muy triste volver a la realidad y encontrarme con que en nuestro país el significado de la amistad ha dado un giro de 360 grados. Ya el quien tú menos cree te da un “tiro por la espalda”, te deja sentado en una disco o un bar a cargo de una cuenta que no consumiste, pero que te tocará pagar porque tus “amigos” que te acompañaban, sencillamente echaron andar, dejándote no solo con la deuda, sino también con el problema que esto pueda generar, inclusive, que involucren a la Policía. Esto está pasando mucho, y ya conozco a tres personas que, en menos de un mes, han atravesado por esta experiencia, no de pagar la cuenta ajena, sino también, de “perder” esa amistad. Lo positivo de esto es que si a ver vamos, muchas veces, perdiendo se gana.

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