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VIAJES

En Sevilla, España: desde Lonja del Barranco hasta la Torre del Oro

Torre del Oro. Foto Carmenchu Brusíloff

Torre del Oro. Foto Carmenchu Brusíloff

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo, RD

En Sevilla el calor campea por sus fueros. Aun así, podemos deambular por sus calles si de cuando en vez encontramos dónde estar a la sombra y bajo techo. Hacemos nuestra primera parada en el Mercado Lonja del Barranco, un hermoso edificio de hierro galvanizado del siglo XIX. El local, de un refulgente blanco, cuenta con mesas y taburetes altos. En las vitrinas: tapas, postres y otras delicias. Es media tarde. Alexis y yo, que apenas ‘picamos’ al mediodía, decidimos merendar: empanada gallega, cuya masa, dice mi hijo, ‘es excelente, suave de muy buen sabor’; queso de cabra (‘no muy de cabra’); pimiento rostizado y cebolla caramelizada.

Al salir contemplamos el río Guadalquivir. Al otro lado está el barrio de Triana. Continuamos hacia el puente. En un kiosco en la esquina funciona una chocolatería-churrería. En días de tan altas temperaturas, lo que más vende son granizadas. Para refrescarme pido una de fresa. El sabor es puramente artificial, pero… Mientras mi hijo se aleja hacia el otro extremo del puente, yo me detengo a mirar el paisaje circundante. Abunda la vegetación ribereña y, sobre el agua, puntea una que otra lancha. A unos dos kilómetros, en el Paseo de Cristóbal Colón a orillas de la margen izquierda del río, asoma con su conocida arquitectura la Torre del Oro. Para acercarnos podríamos ir a pie, pero no quiero exponerme a un golpe de calor. Buscamos la parada del bus número 3 que en su trayecto se detiene junto a ella.

Al bajarnos, a unos pasos está la torre, llamada del Oro por ‘el brillo dorado que se reflejaba sobre el río’, ‘debido a una mezcla de mortero, cal y paja prensada’. Con 36 metros de altura y más de ochocientos años (data del siglo XIII), aunque la torreta es un añadido del 1760, por ella pasaban los envíos de oro y plata que traían los barcos desde el Nuevo Mundo. Hoy día este monumento, restaurado en varias ocasiones, alberga el Museo Marítimo de Sevilla.

Aunque no compramos boleto, podemos echar un vistazo desde la entrada: piezas antiguas colocadas en nichos; un cañón sobre el suelo. En un muro, varios grabados, un poema... (Mi hijo, Alexis Ramos Brusiloff, y yo tomamos las fotos para este artículo en el Listín Diario).

Poema

Un poema de Salvador Rueda, dedicado a la Torre del Oro, puede leerse en uno de sus muros: ‘El Guadalquivir arrastra su velo de cristal, que riza en largos pliegues el profundo aire de la primavera. La Torre del Oro, coronada de pequeñas almenas, se retrata en el agua adormecida y se sumerge en las leyendas que el tiempo ha acumulado sobre sus muros’. ¡Hermoso!

Ver también: En fila con calor de 36°C para ver la Catedral de Sevilla

Mercado Lonja del Barranco. Foto: Alexis Ramos B.

Un poema de Salvador Rueda, dedicado a la Torre del Oro, puede leerse en uno de sus muros.