CIUDAD COLONIAL
La Cafetera recuerda a refugiados españoles de 1939
‘La más antigua cafetería’ dice, desde una mesita al aire libre, un señor con acento italiano al verme retratar una placa en la pared tras su silla. ‘Lo sé’, respondo. Estoy en la calle El Conde, la que por varios siglos era la vía principal de la ciudad de Santo Domingo.
La placa es de La Cafetera, el local que fuera el lugar de encuentro entre refugiados españoles de la Guerra Civil y muchos dominicanos. Es obvio que en la Ciudad Colonial no sólo se recuerda la España conquistadora. ‘¿Quedó bien la foto?’, pregunta el hombre mientras se acerca para verla. ‘Sí, mírela’. La tarja está dedicada ‘A los intelectuales y artistas españoles refugiados del año 1939 y a los dominicanos que los acogieron’.
Tras una introducción agrega ‘en este sitio donde solían reunirse, como testimonio de reconocimiento a sus valiosos aportes a la cultura nacional’. La placa me hace recordar a don Máximo Pellerano quien, un día en el Listín, me comentó haber conocido allí a mi padre, que si bien no era español pertenecía a ese grupo de refugiados.
(La Cafetera está en la acera norte entre las calles Duarte y 19 de Marzo). No me apetece empero entrar en ella. Ya me tomé un café justo al lado. El italiano, que está acompañado a la mesa de otras tres personas, entusiasmado dice: ‘Llevo 57 años aquí’ y enumera varios edificios construidos por españoles, aun cuando no fueran refugiados.
Mientras me alejo, un motociclista del KFC pasa haciendo bulla a mi lado. Como es zona peatonal me toma de sorpresa, sobre todo porque me distraigo mirando hacia el edificio Cerame, imponente estructura con frontón esquinero en El Conde con 19 de Marzo. Levantado en 1924 tiene empero aspecto descuidado, aunque en su último piso hay carteles que anuncian ‘En venta’.
Según datos de la Guía de Arquitectura Santo Domingo fue construido como sucursal de Cerame & Compañía con sede en Puerto Rico, siendo su arquitecto Benigno de Trueba. Y en el cuarto piso tenía una pensión para los inmigrantes españoles que trabajaban en la tienda.
Prosigo por El Conde hasta cruzar la calle José Reyes, en cuya esquina suroeste me llama la atención un señor que, junto a su puesto de carteras de piel, va cosiendo con largas puntadas una de ellas. Es Julio, quien responde a mi pregunta comentando que tiene 32 años trabajando en El Conde. ‘De esto vivo’ afirma con satisfacción.
Libros viejos
Entre las calles José Reyes y Sánchez hay un puesto de libros de segunda mano. Algunos muy viejos. Otros, casi nuevos. Tiene títulos tan variados como ‘Safe Harbour’ por Danielle Steel y las obras completas de Álvarez Quintero. Pregunto al vendedor si tiene el libro de Kim Sánchez sobre anécdotas de la Zona Colonial. Presto responde: ‘Yo se lo consigo, venga después del fin de semana’.
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