TRIBUNA ABIERTA

Ética y opinión pública

Una noticia mal abordada por los medios arrastra efectos negativos. ISTOCK

Una noticia mal abordada por los medios arrastra efectos negativos. ISTOCK

El poder de los medios de comunicación, especialmente en los formatos digitales, sin duda sirve para aumentar la conciencia, la participación, y mejorar el acceso a la información, pero también tiene peligros inherentes.

La calidad de la información de los medios de comunicación tiene una inconmensurable incidencia en la formación del pensamiento colectivo de una población, cumpliendo de esta manera una función trascendental en la creación de la opinión pública.

Una noticia mal abordada por los medios arrastra innumerables efectos negativos y destructivos. El ejercicio del periodismo omitiendo la ética, imparcialidad y responsabilidad, solo obtiene como resultado la desinformación del público; y solo un pensamiento crítico del ciudadano pensante puede ayudarlo a escapar del cruel y desalmado sensacionalismo con que algunos medios manejan la información.

Cuando la desinformación producida por los medios, ya sea premeditadamente o por negligencia, recae sobre asuntos vinculados a la justicia penal, puede ocasionar consecuencias verdaderamente graves. En estos casos, se ponen en riesgo derechos y garantías no solo de la víctima, sino también del culpable.

Penosamente, esto se ha convertido en pan nuestro de cada día y son cada vez más los casos en que el sensacionalismo opta por violentar principios constitucionales, en especial en el ámbito penal, como el principio de presunción de inocencia del que goza un acusado, el cual consagra un estado jurídico de no culpabilidad.

Los medios de comunicación afirman, sin tener un conocimiento sobre el hecho en cuestión y sin que exista previa sentencia penal, y le imponen de antemano una condena social.

Ante esta situación, es necesaria y urgente una reflexión por parte de estos imponentes comunicadores sociales. La enorme influencia de la prensa en la opinión pública es capaz de convertir a un inocente en culpable, y viceversa.

Su apresuramiento y ligereza a la hora de informar solo lleva a la creación de falsos culpables y a la destrucción de una reputación.

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La autora es Gina Almonte, experta en posicionamiento público y relaciones públicas

Gina Almonte