BACTERIA
La clamidia de los koalas, una clave para tratar esta enfermedad en humanos
El desarrollo en Australia de una vacuna para curar a los koalas de la clamidia, una bacteria que ha diezmado la población de estos animales emblemáticos, puede ser clave en la lucha contra esta enfermedad sexual también en humanos, con más de 130 millones de personas afectadas en todo el mundo.
Los koalas son parte de los animales vertebrados que padecen de clamidia, una bacteria que les produce lesiones en los genitales y los ojos causándoles infertilidad y ceguera y los consume lentamente hasta la muerte.
El microbiólogo Peter Timms de la Universidad de Sunshine Coast, que se encuentra realizando pruebas con koalas salvajes y en cautiverio de una vacuna contra la clamidia con "resultados prometedores", cree que este proyecto puede abrir la puerta para encontrar las claves para el tratamiento en seres humanos.
"Ninguna de las vacunas, como las que se usan contra la gripe o incluso la que se desarrolla contra el coronavirus, podrá bloquear las infecciones totalmente...pero si las ralentiza para que el cuerpo reaccione mejor", aclaró Timms a Efe.
MEJORES QUE LOS RATONES DE LABORATORIO
El experto australiano explicó que para desarrollar estas vacunas se toman en cuenta los antígenos de esta bacteria, los genes responsables y los adyuvantes que estimulan el sistema inmune.
La forma en que se aplica la vacuna puede ser en forma de inyección u oral.
En las pruebas de laboratorio para estudiar los tratamientos contra la clamidia los experimentos con animales son cruciales, pero los ratones son menos idóneos en este caso.
"Con los ratones trabajas con una cepa de clamidia y los humanos tienen 15. En los ratones no tienes una infección real y es un modelo artificial", explicó Timms, al aclarar que, en cambio, "en los koalas la infección es natural y tienen 15 cepas de clamidia y enfermedades en los ojos y órganos sexuales, como en los humanos".
"Al hacer pruebas con los koalas tienes probabilidades de tener respuestas que son más relevantes para los humanos que con los ratones", precisó este experto que desarrolla una vacuna de una sola aplicación y que ya ha sido probada en algunos animales en el noreste de Australia como en la isla Kangaroo, en el sur del país.
Otra de las ventajas que ofrece la vacuna contra la clamidia en koalas es que estos marsupiales pueden ser devueltos a su hábitat para que estén expuestos a los contactos sexuales con sus pares, lo que es una prueba para medir su eficacia como se esperaría entre los seres humanos.
Pero quizá la desventaja de realizar los experimentos para las vacunas con koalas, que están en peligro de extinguirse en el este de Australia en unos 30 años, es que no están disponibles a gran escala para este tipo de trabajo en laboratorio, mientras que con los ratones los experimentos son además controlados.
"¿Todos (los científicos) cambiarán a los ratones por los koalas (para desarrollar una vacuna para humanos)? No lo creo, pero es un modelo muy útil", puntualizó Timms, quien trabaja con estos marsupiales desde hace una década.
RESULTADOS PROMETEDORES
El koala (Phascolarctos cinereus), que es especialmente sensible a cualquier cambio en el medio ambiente, permanece unas 20 horas al día dormitando o descansando y utiliza las cuatro horas restantes para alimentarse con hojas de varias especies de eucaliptos.
Unos de los grandes retos de los investigadores en el tratamiento de la clamidia en koalas es evitar que los antibióticos causen un gran daño en el koala dado que su hígado procesa intensamente todo lo que ingiere este marsupial para desintoxicarlo.
"Una dosis de uno o dos días en humanos se convierte en una de 14 a 28 para los koalas", explicó Timms, al recalcar que esto destruye la flora bacteriana en el estómago.
La vacuna que desarrolla Timms promete prevenir futuras infecciones y especialmente que la madre lo transmita a su recién nacido y asegurar su vida reproductiva con una sola dosis.
"Los koalas tratados con antibióticos contraen una segunda infección seis meses después y al parecer responden mejor a la vacuna porque después de un año, la mayoría parecen estar protegidos", indicó Timms, al recalcar que aún necesitan estudios más contundentes a largo plazo.