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FORMACIÓN

Pasión y vocación. La labor de instruir en el hermoso mundo de la moda

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Laura Ortiz GüichardoSanto Domingo

A finales de los años 80 y principios de los 90 Marisol Henríquez se abría paso en el mundo de la moda, de la mano de quien dice que ha sido su mentora, Mercy Jácquez.

Es precisamente ese recuerdo de sus inicios, en los que empezó trabajando en el atelier de Jácquez quitando hilachas y merando, lo que la hace reflexionar sobre cómo ese apoyo recibido por parte de la reconocida diseñadora la ha hecho querer devolver un poco de esos conocimientos adquiridos, ayudando a aquellos que al igual que ella en su momento, tienen el sueño de convertirse en grandes artistas de la alta costura.

“Yo tengo como 20 años haciendo esto, aunque pensándolo mejor, creo que tengo un poco más porque desde siempre en mi casa, en el trabajo, en la universidad me gustó ayudar y eso fue parte de mí”, comenta Henríquez haciendo referencia a la labor que realiza en su atelier de acoger jóvenes, adultos, mujeres y hasta hombres, apasionados por el diseño, para instruirlos y formarlos en el área.

Aunque en un principio solo aceptaba egresados de la universidad de la carrera de Diseño, Henríquez comenta que desde hace aproximadamente ocho años, luego de que las escuelas implementaran la modalidad de bachiller técnico, se fueron sumando muchos más jóvenes que se acercaban a su atelier en búsqueda de hacer su pasantía allí, lo que la llevó a expandir su oferta. Hoy en día acoge entre seis y siete durante dos etapas; primavera-verano y otoño-invierno.

“Allá llegan altos, bajitos, jóvenes, adultos, con experiencia y hasta sin experiencia. Las únicas reglas es que deben estar enfocados y dispuestos a aprender”, sostiene.

De todo un poco

Cortar, crear patrones y hacer costuras son algunas de las tantas cosas que aprenden los alumnos en el taller, todas de la mano de Henríquez, quien se ocupa personalmente de enseñarles y guiarles en el proceso.

“A mí me gusta involucrarme y supervisar todo lo que se hace- revela, atribuyéndole esa ‘manía’ al hecho de ser muy exigente-. Sí te digo que tengo gente que me ayuda con el grupo, pero a veces los mismos chicos son los que me piden que sea yo quien los enseñe, porque una cosa es saber mucho y otra muy diferente es saber enseñar”.

Pero el taller de Henríquez no solo se limita a la confección de piezas, pues en él también se trabajan otras áreas que, de acuerdo con la diseñadora, son igual de importantes en el mundo de la moda, como clases de etiqueta y protocolo, y de pasarela.

Además, a lo largo del proceso Henríquez también se encarga de ayudarlos a buscar su propio sello, ya que, como ella misma dice, “en el mundo de la moda hay que aprender de todo un poco, porque nunca se sabe de lo que se va a vivir y lo que más ingresos producirá”.

Una labor altruista

Sobrellevar su carrera profesional y la labor que realiza en su atelier no ha sido fácil; no obstante, la artista tiene claro que su intención de ayudar de buena fe y no para el reconocimiento de los demás ha hecho que al final todo fluya.

“Yo pongo todo en manos de Dios. No es tarea fácil y más porque no recibo ayuda de ninguna institución ni les cobro un centavo a los chicos, pero esto yo lo hago porque quiero aportar y cuando tú haces las cosas de corazón Dios te ayuda”, comenta agregando que su motor principal y lo que la ha mantenido siempre firme es la satisfacción que siente al ver que sus alumnos logran alcanzar el éxito gracias a sus enseñanzas.

“Se ha perdido la esencia de la alta costura”

Si hay algo que alarma a Henríquez como diseñadora es el hecho de que en la actualidad se ha perdido la esencia de la alta costura. “Ya ahora lo que se usa es ropa en tela de licra o comprar en tiendas de segunda mano, y eso ha traído como consecuencia que los diseñadores ya no se preocupen por una buena terminación”, expresa, aclarando que las piezas de alta costura no necesariamente deben ser costosas.

Aunque, según dice, hay quienes le ameritan esta problemática a la crisis económica por la que atraviesan muchos países, considera que es necesario que los artistas del diseño tengan presente que al final su trabajo no es solo confeccionar piezas, sino lograr hacer feliz a la gente a través de creaciones ideadas para cada tipo de cuerpo y necesidad.