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COSAS DE DIOS

Hombres de valor

Un hombre estaba de rodillas. Entre sollozos, pidió perdón a su madre y le prometió que, a partir de ese momento, sería otro. Desde mi lugar, en un banco de la iglesia, bajé la mirada. Me conmovió mucho verlo llorar frente a decenas de personas y a los pies de su mamá. No estuvo solo. Otros hombres lloraron ese día en público. Todos participaron en el pasado retiro de Emaús Hombres organizado por la Parroquia El Buen Pastor. Lo que les cuento ocurrió en la Misa de Bienvenida porque, como muchos saben, ningún detalle del contenido del retiro puede ser revelado, pero el acto religioso es público.

Pese a las lágrimas, la algarabía general contagiaba. Semejante a una boda, cuando ves a los recién casados tan enamorados que dentro de ti se renueva el amor y celebras que exista ese sentimiento. Del mismo modo, vuelves a enamorarte de Dios cuando lo ves actuar en la vida de otros, valiéndose de hermanos que luchan contra sus propios desafíos, por ejemplo, Luis, el coordinador de Emaús Hombres en Buen Pastor, acaba de perder a su padre y estuvo allí hasta el final. Al ver a estos nuevos caminantes, así les llaman, admiré esa misericordia de Dios, que le permite recibirte sin reparar en tus pecados y sanarte porque te hace saber, lo sientes en el corazón, que estás perdonado.

Pocas veces he visto en la Iglesia Católica más armonía que durante las misas de estos retiros de Emaús. Y un detalle aleccionador, porque nos lleva a entender que estamos obligados a jugar nuestro papel en la difusión de la fe, es ver cómo fruto de la invitación de una amiga, vecina, hermana e hija, o amigo, vecino, hermano o hijo, se transforma un ser humano, puede que se salve un alma.

Cuando ofrecieron sus testimonios, algunos de estos hombres reconocieron que estaban negados a asistir, que les cuesta poner en pausa sus vidas, durante casi 72 horas, sin dejarse arrastrar por las preocupaciones, el escepticismo y las ofertas de todo tipo que se presentan en un fin de semana y, en lugar de ello, quedarse escuchando lo que Dios tiene para decirles a través de otros. De modo que solo hacer el retiro implica escoger y sacrificar cosas.

Pero, como dijo el padre Catalino Tejada, en su homilía de ese día, el retiro es lo fácil. Incluso, por duro que parezca decirlo, es posible, impulsado por el Espíritu Santo, ponerse de rodillas ante extraños, pedir perdón y hacer promesas.Pero lo más difícil, lo que está reservado para los hombres de valor que, como dice una canción, necesita Dios, es perseverar en ese camino pese a las pruebas y las tentaciones, y cumplir esas promesas. Eso solo lo logran hombres que se esfuerzan para no desmayar, de esos que, en este momento, Dios está llamando, por montones, para construir Su reino. Ojalá que todos los que vi llorar esa tarde, y los que no lloraron, se encuentren entre ellos.

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