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ARTES VISUALES

Jardines emergentes

YSABELA MOLINI Y NATALIA ORTEGA PRESENTAN UN JARDÍN URBANO EN EL CENTRO CULTURAL DE ESPAÑA

Las artistas Ysabela Molini y Natalia Ortega trabajan desde 2009 en el Taller Las Mercedes, en la Zona Colonial. Allí diseñan y elaboran objetos en cerámica utilitaria para la casa y el jardín. Con la exposición “Jardines emergentes”, abierta hasta el 11 de diciembre en el Centro Cultural de España (CCE), se estrenan en proyectos de arte. Doce esculturas de barro encerado, con bolsillos sembrados de plantitas conocidas como “lengua de vaca” (Sansevieria trifasciata), llenan la sala y le dan la apariencia de un enorme jardín. La instalación, se lee a la entrada, “explora la relación entre el diseño, la creación de estructuras cerámicas de gran escala y el crecimiento orgánico de plantas dentro de estas estructuras”. ¿Qué buscaban con ello? Crear en una galería urbana, con piezas intervenidas por la mano humana pero hechas con material natural, “un espacio meditativo donde las personas puedan entrar, sentarse, ver las piezas y escuchar el sonido del monte”, dicen las chicas. Y es cierto. El rumor de la corriente de un río, el movimiento de hojas de bambú y el canto de los pájaros, sonidos captados por el fotógrafo Jaime Guerra, acompañan al espectador mientras observa las esculturas. Incluir el monte en la exposición tiene su historia. El barro que usan Molini y Ortega en su trabajo, y el horno donde queman las piezas que, por su tamaño, no caben en el horno del taller, provienen de una cooperativa alfarera que administran los hermanos Richard y Tony Acosta en Piedra Blanca, provincia Monseñor Nouel, a orillas del río Maimón. APOYO A UNA COOPERATIVA Molini y Ortega buscan que su obra tenga un impacto social. “Los fondos que nos dio el CCE para esta exhibición fueron reinvertidos en la cooperativa alfarera de los hermanos Acosta”, explican. Los hermanos quieren desarrollar en Piedra Blanca un complejo que combine el hospedaje ecológico con la agricultura orgánica y la alfarería. “Quieren cosechar comida para venderla en la ciudad, enseñarle a los niños de la comunidad a hacer pan y granola y alquilar habitaciones. Con el dinero que se les dio están construyendo un horno de leña de amplia capacidad donde puedan hacer piezas más grandes. Sin esa parte social, la exposición no hubiera sido tan completa”, aseguran.

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