Más que casitas de colores
Santo Domingo es más que las casitas de colores con techo de cana de los brochures turísticos. Desde el punto de vista arquitectónico la ciudad es la riqueza histórica de la Ciudad Colonial, la nostalgia de las casas de Gazcue, las suntuosas torres de la Anacaona y los cientos de edificaciones comerciales. Sin embargo, para el arquitecto Marcos Barinas, coordinador de la Maestría en Diseño Sostenible en Unibe, definir la arquitectura dominicana en términos físicos es difícil “porque puede llevar al folclorismo y eso es peligroso, porque es una posición superficial y estereotípica que no refleja la realidad”, asegura el también presidente de la Red Caribeña Urbanismo y Arquitectura (Recua). De su lado, la arquitecta Arleria Ricardo define la arquitectura local como “ecléctica y sin rumbo”. Desde su punto de vista, el diseño arquitectónico criollo es “una mezcla de piezas extranjeras y extravagantes que imita el diseño de otras latitudes sin representar la identidad nacional”. Arquitectura dominicanaPara Barinas, desde la práctica de la arquitectura como profesión, sí existe una arquitectura dominicana, pero la historia es otra en términos de edificación y estilo. “En ese sentido, es más cuestionable y ha sido tema de discusión por años”. Vale retomar el tema hoy, que se celebra el Día Nacional de la Arquitectura. Se habla de términos compositivos y de diseño, de arquitectura dominicana, puertorriqueña o cubana. Pero más que diferenciar los procesos únicos de cada una (relacionados con códigos urbanos y culturales, tradiciones e ideologías), “compartimos regionalmente aspectos climáticos, de materiales y procesos que nos hablan de arquitectura regional, caribeña o del cinturón tropical”, indica Barinas La arquitecta Arleria Ricardo destaca que en la ciudad de Santo Domingo, en el ámbito estético y urbanístico, “se ha desarrollado la arquitectura vertical que tiende a responder más a lo práctico y barato, que a la belleza y necesidades ciudadanas”. Barinas en cambio opina que la arquitectura siempre va de manos del urbanismo. “Urbanismo no son sólo los códigos que norman la forma y el uso de las edificaciones, urbanismo es todo lo que está pasando en la calle ahora mismo, esté bien o mal”, dice. Desde ese punto de vista siempre va de manos del diseño arquitectónico, lo cual es distinto a hablar de una arquitectura definida desde una serie de estrategias urbanas a futuro que beneficien a la colectividad. Santo Domingo y su arquitecturaLa ciudad de Santo Domingo ha crecido desmesuradamente en muy poco tiempo. En 1920 había en la capital dominicana 30,943 habitantes en un área de 20 km2. Esa población pasó a 181,553 habitantes en 1950 y ya en 1966 había 487,000 personas en el territorio. Para 1994 la cifra alcanzó los 2.4 millones en un territorio que también había aumentado a 240 km2. Para el año 2002 en la ciudad vivían unos 2.7 millones de personas y en 2008 se estimaba que la población rondaba los 3 millones. Aunque los datos del último censo poblacional (2010) aún no están disponibles, el arquitecto Marcos Barinas ubica la cifra en 4 millones de dominicanos residiendo en la capital del país con no pocas consecuencias. “La metrópolis de Santo Domingo está creciendo de manera horizontal con impacto en los recursos naturales, hidrológicos y agrícolas, y eso no se está tomando en cuenta”, dice. ProblemasLas edificaciones y su impacto en el calentamiento global es un problema incluso superior al hecho de que existan tan pocas reglamentaciones para construir. La arquitectura representa el 40% del impacto de gases de carbono en el planeta, más que la transportación (27%) y las industrias (14%). Esto obliga a pensar en regular ese impacto por el bien ya no local, sino global. Habría que hablar en Santo Domingo de diseño sostenible ñdice Barinasñ, un proceso que envuelve la arquitectura y los distintos procesos de ésta que tienen un impacto en el medio ambiente. Pero es complicado, en RD como en la mayoría de países en desarrollo, “el 70% de las construcciones son informales, hechas por no arquitectos, es esta periferia creciente que es la gran extensión de la ciudad y que es muy difícil de normar”, señala el presidente de Recua. No es imposible, pero se necesitarían normativas para temas como el urbanismo y el saneamiento ambiental, lo que implica voluntades políticas, urbanas y regionales que tienen que estar insertas en una política de desarrollo y estar al corriente del impacto de las edificaciones sobre los recursos. “Estas voluntades existen, pero hay prioridades que restan a estos procesos su importancia real”. Arquitectura resilienteAdemás del peligro ambiental que acarrea el crecimiento desmedido de la ciudad, hay que preocuparse por otros temas en el diseño arquitectónico dominicano de hoy: los fenómenos naturales. “En este tema el término nuevo es resiliencia, adaptación al cambio”, dice Barinas. Añade que los entornos físicos, los espacios urbanos necesitan adaptarse a cambios como estos desastres naturales: terremotos, huracanes, inundaciones. Para Barinas, coordinador de la Maestría en Diseño Sostenible de la Universidad Iberoamericana (Unibe), la arquitectura resiliente implica también estrategias de mitigación y respuestas a los desastres, uso de los materiales de modo racional y otros aspectos que permitan crear nuevos espacios adaptables a un mundo cambiante. Espacios cívicosNo se puede hablar de la ciudad de Santo Domingo sin referirse a sus espacios públicos. Pero ¿cuáles espacios? Muchos aseguran que nos han secuestrado la ciudad y Barinas está de acuerdo. “Si analizas los últimos 30 proyectos de uso público cívicos, no se ha hecho nada”, lamenta. Los últimos grandes proyectos de infraestructura cívica de los años 70 culminaron con el diseño del parque Mirador Norte. “No ha habido en años posteriores un impacto en términos del valor del espacio público para el crecimiento ciudadano”, dice Barinas. Para él, la noción de espacio público se ha degradado, y ha habido proyectos -y los hay-, pero se han dejado de lado la vida urbana, las necesidades de reunión en espacios abiertos. “Hay falta de planificación relativa a la importancia del espacio público para el desarrollo endógeno de las ciudades”. El sistema de iglesias de la Zona Colonial y los cines dominicanos, el Palacio Nacional, el Aeropuerto Internacional de Las Américas y, de la época del trujillato, la Feria de la Paz. lugares emblemáticos, según el arquitecto marcos barinas Las facultades de la UASD, los edificios de la Plaza de la Cultura, Bellas Artes, El Banco Central y El Palacio Nacional. lugares emblemáticos, según la arquitecta arleria ricardo