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MIS APORTES

Si todo volviera a ser como antes...

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Patricia LandolfiSanto Domingo

¿Antes cuándo? Pregunta curioso un gusanillo que se despierta en medio de las sombras, escurridizo entrando por las paredes del pensamiento, sin importar el golpe del reloj en la penumbra... Cuando podíamos pasear en bicicleta sin miedo a atracos. Cuando paseábamos en medio de mocedades, encaminando los sueños en medio de javillas y flamboyanes... sin miedos, ni sombras, ni oscuridades... Es que antes no había fantasmas agonizantes de extraditados asaltantes, sólo había buenas almas que cuidaban los niños de los vecinos, sin maldad al acecho, ni mucho menos ese fatídico síndrome de ese “no es mi problema”. Antes existía una solidaridad asombrosa entre las comunidades. Los niños del vecindario eran hijos de todos. Nos vigilaban, nos regañaban y nos cuidaban con esmero y dedicación. Había una confraternidad admirable. Había la disponibilidad de inmensos parques donde podíamos soñar, volar chichiguas, montar patines, emprender carreras de juegos inocentes como el topao, el escondite y muchos más... vivir la infancia, sin miedo a atracos, a violaciones, a viciados que andan en una sociedad acechando al más inocente para convertirlo en presas de ellos, viles depredadores... Por eso oro al Todopoderoso en mis oraciones, para que todo vuelva a ser como antes.... cuando las calles eran parques donde los infantes podían jugar a la luz de la luna, en cofradía con los demás niños de la vecindad, con los padres relajados en el portal de la casa, meciéndose en la mecedora, con la certeza de que si los perdían de vista, era porque en ese momento estarían dando la vuelta a la cuadra, y que no tenían miedo a que los infames extraños se ensañaran con los suyos. Si oramos todos, juntos venceremos esos miedos. La fuerza sobrenatural que produce la oración fervorosa triunfaría sobre los monstruos silentes de la delincuencia y todo volvería a ser como antes...

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