Penurias y traumas siguen latentes en la “Zona Cero” de San Cristóbal
A dos meses de la explosión que, según las autoridades, dejó 39 fallecidos, hay personas como las primas Mirquis y Fiordaliza Toledo, a las que hasta un trueno o la caída de un objeto contundente, les ponen los nervios de punta.
Debajo del terreno desolado en el que pronto construirán un parqueo en la zona cero de San Cristóbal, de seguro quedaron sepultados sueños, planes y quién sabe cuántas cosas más de esas que perturban a quienes vivieron en carne propia los estragos de la explosión que dejó 39 personas fallecidas.
A dos meses de la tragedia, LISTÍN DIARIO quiso volver a ese lugar donde el llanto por las víctimas y la impotencia de tener las manos atadas, se convertían en los protagonistas del lugar.
Allí, las muestras de afecto y solidaridad podían palparse y era notorio que, contrario a lo que dice el dicho: “dolor ajeno no quita el sueño”, ahí nadie podía dormir dándole apoyo a familiares de las víctimas y a los necesitados. Algunos todavía se despiertan por las noches producto de los traumas que deja un siniestro de tal magnitud.
“Yo no he vuelto a dormir bien más nunca, y no estaba aquí, fueron ellos que me llamaron para decirme que había pasado algo grande, muy grande”. La cita es de Mirquis Toledo, propietaria de la tienda de decoración Gorrión, ubicada en una esquina perpendicular al negocio donde ocurrió la explosión.
Mientras trabajaba en la recomposición de su tienda, cuenta que las penurias y los traumas siguen vivos en quienes habitan o tienen establecimientos en los alrededores de la zona cero. “Es tanto así que, hasta cuando truena o se cae algo que suena fuerte ya uno cree que es una explosión. No es fácil”.
A su relato, su prima Fiordaliza Toledo, le agrega: “Yo nunca más he podido dormir bien, me despierto y vuelvo y recreo todo como si lo estuviera viviendo, por cualquier cosa nos asustamos. Frente aquí mismo cayeron dos muertos y veíamos a la gente caminando en la calle prendida en candela… mire, eso fue fuerte”. Lo que dicen deja claro que los traumas están ahí. No es para menos, ellas perdieron familiares, amigos, vecinos y clientes.
Quiere abrir su negocio
Ya muchos negocios están haciendo los aprestos para reabrir sus puertas. “Vamos a comenzar de cero como quién dice, porque de verdad que las pérdidas han sido muchas, pero si Dios quiere, este fin de semana queremos volver a trabajar. Ya tenemos pedida la nueva mercancía”. Mirquis, como todos la conocen, lo dice mientras mira hacia el techo para hacer notar todas las lámparas dañadas que tiene colgando para entregárselas al seguro.
Pero no son sólo esas lámparas y cristales que se echaron a perder con la explosión. Llevó a reporteros de LISTÍN DIARIO a ver “los escombros” que tienen guardados en un almacén que alquiló y por el que se paga 40 mil pesos mensuales. El olor a humo que se siente en ese lugar habla de que estos dos meses no han sido suficientes para “borrar” la triste historia.
A ella le preocupan las promesas incumplidas. “Lo que yo he recibido es porque pago impuesto, pero a decir verdad, a mí el gobierno no me ha dado nada. Los cristales los puse con lo que me dieron del aporte que hicieron las instituciones privadas. Para que tengas una idea, en la segunda planta, lo que tengo es una casa, y por los daños de esa vivienda a mí no me dieron nada”. Al menos el negocio está asegurado con Banreservas.
Pero como ella, hay otras personas que se quejan. Anny Herrera, de la tienda de artículos infantiles Anny Kids, asegura que no ha sido mucha la ayuda recibida y que por eso han tenido que abrir el negocio para vender lo que queda en la tienda, a “precio de vaca muerta”. Fue posible observar el desastre. Ella estaba sentada en medio de esos despojos.
“A nosotros nos ha ayudado la gente de Jompéame, nada del gobierno, mi familia hasta está refugiada”. La joven lo comenta tras lamentar que a dos meses de la tragedia “las cosas estén funcionando de forma tan lenta cuando se ha recibido tanto dinero”. Espera que todo vuelva a la normalidad.
No tiene luz
A estas alturas, dos meses después de aquel 14 de agosto, los negocios de Milquis y el de Anny no tienen luz. “Y no nos ha valido llamar. Siempre nos dicen lo mismo, no se sabe con cuántas personas hemos conversado a ver si nos ayudan y nada. Es más, mire esos cables que están envueltos ahí afuera, tampoco los han venido a quitar”. Esto informa Milquis ya incómoda con la situación.
Para ella volver a abrir su negocio, a más tardar este sábado 14, justo dos meses después de la tragedia, tendrá que utilizar una pequeña planta eléctrica que tiene, porque el calor es insoportable. El equipo del LISTÍN DIARIO lo vivió en carne propia.
La Gobernación de San Cristóbal
Fue necesario buscar la opinión de Pura Casilla, gobernadora de San Cristóbal, para contrastar las declaraciones de personas que se quejan por la poca ayuda recibida. No tenía tiempo para la visita inesperada de este medio, pero igual se le abordó sobre su parecer. “Todo lo que está destinado a proporcionárseles se les ha dado, se les ha llevado alimentos, se limpió la zona, se pusieron ventanas y se les están dando a las familias los 20 mil pesos que se les prometieron hasta diciembre”.
¿Y después de diciembre, qué? Se le pregunto, y esto respondió: “Estamos gestionando pensiones, empleos, becas… porque sólo no los dejaremos, pero después de diciembre, ya sería darles un acompañamiento indirecto. De lo que puede estar segura es de que no los vamos a soltar”. Eso dijo Casilla.