Ucrania y su adhesión a la OTAN
El mundo está protagonizando un cambio de época, donde un nuevo orden está naciendo y el viejo no acaba de morir.
Después de más de quinientos días de la escalada militar de Rusia en Ucrania, el conflicto se encuentra totalmente estancado y muy lejano de la narrativa inicial de guerra relámpago que buscaba el Kremlin. Más bien, no se logra vislumbrar un final a corto o mediano plazo de una guerra que ha tenido repercusiones muy negativas no solo en Europa, sino en el mundo entero.
La resistencia ucraniana ha sido posible gracias al apoyo militar y financiero por parte de Occidente, el cual intenta ayudar a Kiev a defender el principio de libre determinación de los pueblos. Según el cual, Ucrania es libre de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). De hecho, dicho conflicto se ha llevado a cabo por la negativa de Putin a permitir que su vecino país pueda pertenecer a dicha organización.
Actualmente, el presidente Zelenski aún no ha logrado incorporar su país a la Alianza Transatlántica y probablemente no lo logrará en un periodo breve de tiempo: permitir a Ucrania ser parte de la OTAN, podría significar una guerra total por parte de Europa y Estados Unidos contra Rusia, dado que, el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte afirma que un ataque a uno de los miembros es un ataque a todos.
El viejo continente, que ha protagonizado dos conflictos mundiales, busca evitar los enfrentamientos directos, consciente de que esto significaría la destrucción de su economía. Mientras que Estados Unidos, como de costumbre, desea defender la democracia a través de combates lejanos a su territorio. Por lo tanto, ambos están de acuerdo en ayudar militarmente a Kiev, pero manteniendo la integridad territorial y su población a salvo.
En este sentido, el pasado 12 de julio tuvo lugar en la ciudad lituana de Vilna, la cuarta Cumbre de la Organización del Atlántico Norte después del comienzo de la guerra en Ucrania. En dicho encuentro los países europeos se comprometieron a incrementar su gasto en defensa, hasta llevarlo a un mínimo del 2% del PIB; además, acordaron incorporar a Suecia en la OTAN, después de que Hungría y Turquía levantaran el veto. De este modo, el país escandinavo rompe al igual que Finlandia su histórica neutralidad.
En la Cumbre, Ucrania no logró una vez más formar parte de la OTAN, a pesar de que Zelenski haya tratado de convencer a los miembros de la importancia que tiene para su país incorporarse a la Alianza. En respuesta, los aliados han expresado que Kiev no cumple con los requisitos para ingresar, dado que se encuentra en medio de un conflicto bélico, y anunciaron que será invitada a unirse solo cuando se cumplan las condiciones, sin dar tiempos definidos. De estas declaraciones, se logra entrever que para poder unirse deberá ganar la guerra contra Rusia o esperar por lo menos que el conflicto termine.
Es importante precisar que antes de la invasión rusa, Ucrania no cumplía con los requisitos para ser parte de la OTAN. En la actualidad, se encuentra en gran medida destruida por la guerra, con miles de muertos y heridos, además de los millones de refugiados que no querrán volver a su país aunque se haya instaurado la paz. Por lo tanto, aun recibiendo ayuda de Occidente, cumplir con las condiciones será una tarea ardua.
No obstante las formas, lo que se disputa en el fondo en esta conflagración es el nuevo orden mundial y su liderazgo, donde Occidente lucha por seguir teniendo una posición determinante a nivel global. En este juego geopolítico, la solución para Ucrania era la neutralidad, dado que actualmente se encuentra involucrada en un conflicto donde no se vislumbra un fin a corto plazo, todo esto por su deseo de incorporarse a un bloque donde no reunía los requisitos desde un principio.
Finalmente, el mundo está protagonizando un cambio de época, donde un nuevo orden está naciendo y el viejo no acaba de morir. La humanidad es testigo de un parto que cambiará su rumbo para siempre. Todo esto, en un mundo que aún no se ha recuperado de la pandemia del Covid-19 y que debe hacer frente a la crisis del cambio climático, que empeora cada día más.