Morir en el Mediterráneo
Una de las canciones más hermosas que se han escrito sobre el Mar Mediterráneo la compuso el cantautor español Joan Manuel Serrat. El artista creció seducido por las playas que baña este océano y en su tema lo describe como “una mujer perfumadita de brea” que se “añora” pero que también se “teme”.
Más allá de la lírica, en el Mediterráneo mueren ahogados cada año cientos de inmigrantes provenientes de África y con el sueño de alcanzar las costas europeas. Según datos publicados en la web Statista, fue este mar el más mortífero en 2022 para los migrantes, cuya ruta principal suele ser la que los llevaría hasta Italia. Entre 2014 y 2016, señala Statista, las muertes en este itinerario representaron más del 60% del total de migrantes muertos en todo el mundo. Las más recientes tragedias confirman el peligro al que se exponen quienes lo arriesgan todo con tal de encontrar una mejor vida en suelo europeo.
El pasado 13 de junio naufragó en el mar Jónico una embarcación pesquera que llevaba a bordo más de 700 migrantes en condiciones infrahumanas. Sólo se salvó algo más de un centenar de hombres y las mujeres y niños, que habían sido colocados en la bodega de la embarcación, no consiguieron sobrevivir. La mayoría de los migrantes que había pagado por la precaria travesía provenía de Egipto, Siria y Paquistán. En cuanto a los sospechosos del tráfico humano, se ha informado de que son nacionales egipcios que pretendían llevarlos hasta Italia. El hundimiento se produjo en aguas griegas y, al parecer, las autoridades de ese país no hicieron lo suficiente por rescatarlos, siguiendo las indicaciones de una política migratoria que el actual gobierno de derechas ha impuesto.
Una semana después, esta vez en las costas de las islas Canarias, en territorio español, arribaron al menos ocho pateras pero no todos los migrantes, la mayor parte subsaharianos, llegaron con vida. Al menos hubo 35 personas desaparecidas y en una de las embarcaciones se halló sin vida a una mujer embarazada. Las ONG que operan en las aguas para brindar ayuda denuncian la “dejadez” de las autoridades marítimas que custodian el Mediterráneo en relación a las prestaciones de socorro que deberían ofrecer en estas circunstancias de emergencia humanitaria. Lo cierto es que en Europa el sentimiento anti inmigrante ha ido en aumento y el discurso xenófobo de partidos políticos que explotan el ultra nacionalismo hace mella en las urnas, tal y como se ha visto en Hungría, Italia o la propia Grecia. No son pocos los votantes que acaba convencidos de que la inseguridad ciudadana o el paro laboral son consecuencias de la presencia de inmigrantes sin estatus regular que supuestamente cometen fechorías y les “roban” los empleos a los nacionales. Una encuesta de YouGov realizada en 2021 indicaba entonces que un 60% de europeos considera excesivo el número de inmigrantes tanto en sus respectivos países como en el conjunto de la Unión Europea.
La desconfianza hacia el inmigrante no es nada nuevo ni se circunscribe a Europa. Se trata de un viejo fenómeno global que se inflama según la situación socioeconómica. En estos momentos, con el auge de gobiernos que endurecen sus políticas migratorias y eligen ignorar la realidad de que siempre habrá corrientes migratorias allá donde haya pobreza, represión y violencia, la suerte de los migrantes que viajan hacinados en pateras o embarcaciones capitaneadas por despiadados traficantes de personas es cada vez más desalentadora.
Las muertes que se producen en las cercanías de atestadas playas turísticas ensombrecen el atractivo de un Mediterráneo que también es una inmensa fosa de inmigrantes. La célebre canción de Serrat hace referencia a su “alma profunda y oscura”. Es el triste destino de mujeres, niños y hombres que zozobran en medio de tanta belleza.