el bulevar de la vida
De la opinión al dato: La mala salud de la Democracia RD
Uno lee, olfatea, investiga, ausculta, pregunta en los almuerzos de buen vino o en los sancochos de buen son, y así se crea una opinión sobre los grandes tormentos nacionales. Pero resulta que esa percepción es solo eso: percepción, purita opinión. Pues son los estudios, las investigaciones empíricas en su más amplia variedad, los que convierten nuestra percepciónes/opiniones en datos, lo que permite a los gobiernos diseñar políticas públicas para mejorar los entuertos grises de nuestra realidad tan cínica como desigual.
Solo que, lograda la recopilación de los datos que representan una realidad, ella siempre se ha encontrado con el mismo obstáculo: nuestros gobiernos no son de izquierda ni de derecha, sino todo lo contrario, (e incluso viceversa).
Hablo de gobiernos pragmáticos como mecánicos de pueblo, de algunos partidos políticos sin principios ni finales que, como los malos amores, ¡ay!, no tienen concienca de nada y son capaces de todo. Partidos que marchan al ritmo de las redes sociales, las encuestas, las élites, la única Embajada con mayúsculas, siempre preocupados de que unos puedan llevar al éxito lo que ellos condujeron al fracaso. Hagan memoria, desde 1978 hasta ayer.
Es precisamente por todo lo anterior, que uno agradece al Ministerio de Economía, al ministro Pavel Isa Contreras y su equipo –reforzado recientemente con el viceministro Jefrey Lizardo (a quien debieron dejar dirigiendo mi amado SIUBEN)– el patrocinio, realización, publicación y presentación de la Encuesta de Cultura Democrática, que cumple ya 30 años convirtiendo en datos lo que eran percepciones y opiniones de periodistas, académicos e intelectuales.
Gracias a esta encuesta nos enteramos de que, a 2024, más de la mitad de los dominicanos estaría dispuesto a “tolerar cierto grado de corrupción si se resuelven los problemas”, que solo el 57.1% considera que la democracia es siempre preferible a otras formas de gobierno, y el 32.7%/ ¡OJO!, uno de cada tres es indiferente al sistema que impere, o preferiría una estructura antidemocrática bajo ciertas condiciones”, que el 83.8% desaprueba que un ateo se postule a un cargo público, que el 59.3% rechaza que lo haga un dominicano si es de ascendencia haitiana y un 52.4% no está de acuerdo con que un homosexual o lesbiana sea candidato. He ahí nuestro país. Como en el bolero, “Nada más que esto somos, nada más”. ¡Y no es una opinión!