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el bulevar de la vida

La Educación: corrigiendo a la vice

a señora vicepresidente Raquel Peña, que sirve hasta para remedios y es más eficiente que un bombero neoyorquino, aseguró el pasado fin de semana (en el que anduvo feliz inaugurando escuelas, iglesias y canchas techadas), que si a ella le preguntaran qué necesita más la República Dominicana, respondería: “educación, educación y educación”, lo que no es del todo correcto, y uno debe corregirla.

A los tres items citados por mi dilecta dama, habría que añadir tres más: la educación, la educación y la educación.

La educación, y si quiere que entre el mar, aunque que de alguna manera ya entró, inundando de ignoracia a escuelas, academías, oficinas, y a unos medios de comunicación que por sobrevivir económicamente están cambiado credibilidad por viralidad.

Hablo de una ignorancia como una peste, celebrada como nunca y tan dañina como siempre.

Los señores del poder y las élites, de las mafias y los sindicatos, la sociedad civil, e incluso de la militar, y por supuesto la única Embajada del país, deberían recordar que la ignorancia todo lo pervierte, incluida la mismísima democracia que, por cierto, ahora que hablamos tanto de Venezuela y tan poco de El Salvador, es bueno recordar que, para valorarla, (a la democracia) nada hay tan útil como el peligro cierto de una dictadura, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, por ejemplo.

De aquellos polvos de inequidad y falta de oportunidades, de exclusión, racismo y clasismo en aquellos pueblos vienen estos lodos. Aprendamos de errores ajenos.

Se inicia el año, y el Listín Diario nos recuerda que desde el 2013 y hasta el primer semestre de 2024, la educación pública ha recibido y gastado cerca de dos billones de pesos, ¡dos BILLONES!que han servido para casi todo menos para lo principal: para mejorar la calidad de la educación, con excepción hecha de la educación inicial que pasó de una cobertura del 36% a 64%, y la ligera mejoría en las pruebas PISA durante la gestión de Roberto Fulcar, donde el país aumentó 16 puntos, después de ir de mal en peor desde el año 2018, cuando se inicio la medición que realiza la OCDE, y que sólo por comparonería caribeña el Estado dominicano pidió ser evaluada.

Entonces, sin ser Sabina, piensa uno que es tiempo ya de que el superior gobierno pase, de una vez y por todas, “de las palabras a los hechos”.

La ADP, por ejemplo.