EL BULEVAR DE LA VIDA
Trump o el poder de una imagen
El programa electoral del candidato Donald Trump es una oda al miedo, una sonata al odio; el peor verso que se pueda escribir sobre la discriminación social.
En un país de migrantes, Trump promete realizar la mayor campaña de deportación de migrantes de la historia. Allí, donde el racismo es una herida que no para de sangrar, promete recortar la financiación federal a los colegios que hablan de racismo y de educar a los niños en el respeto hacia la mujer y las minorías.
Porque si las cosas pueden empeorar no hay razón para que mejoren, según Murphy, el pasado jueves el candidato demócrata Joe Biden llamó presidente Putin al presidente Zelenski de Ucrania, y Trump a la vicepresidente Kamala Harris. ¡Toma ya!
Así andaban las cosas cuando, en la tarde del sábado, en un acto en Pensilvania, un joven de 20 años disparo repetidas veces contra Trump hiriéndole en la oreja derecha. De ese atentado nació la foto que va a quedar para la historia y decreta desde ya el triunfo de Trump en las elecciones de noviembre.
Es el poder de una imagen, amplificada ahora por la sociedad de la información que advirtió Castells, y que ha convertido al homo sapiens en el homo videns del profesor Sartori. Con las limitaciones de Biden y la foto de este atentando, Estados Unidos debe prepararse para lo peor.
Es el poder de una imagen, y pienso ahora en la foto de la que ha sido llamada desde entonces “La niña del napalm”, Phan Thi Kim Phuc, corriendo desnuda hacia ninguna parte, abrasado su cuerpo por las bombas de napalm lanzadas por el ejército de Estados Unidos en Vietnam. Esa foto definió el curso de la guerra.
La foto de Peter Sousa que presenta al presidente Obama en el suelo del despacho oval intentado “aprender” a gatear con una niña de 18 meses como maestra; o la que lo muestra rodeado de amigos, comiendo una hamburguesa en una barra Payán de Washington, humanizaron al personaje y aportaron a su popularidad mucho más que el ObamaCare o el premio nobel.
En fin, que la foto de un Trump ensangrentado y eufórico, puño en alto, con la bandera estadounidense en el fondo segundos después de haber sido herido, le ha entregado al señor la presidencia de Estados Unidos antes de las elecciones. Oremos.