Reminiscencias

Una reminiscencia inevitable

Aquel mediodía para mí significó un episodio pesaroso, contrario a lo que muchos lenguaraces quisieron difundir.

Me visitó un Viceministro de Relaciones Exteriores de la Venezuela de entonces, y me dijo lo siguiente: “He venido después de estar en Cancillería depositando un documento y que de acuerdo a lo que me ha indicado nuestro Embajador, se le debe entregar copia a usted, porque fue el autor de la Denuncia-Querella contra el expresidente que ha buscado el asilo político en nuestra Embajada. Debo decirle que en nuestro sistema solicitudes de ese tipo son sometidas al examen y consideración de una Comisión de 7 miembros, predominantemente ex Cancilleres, y sólo entonces el Presidente de la República toma su decisión, que sigue siendo soberana. Ya usted, cuando fue requerido por nuestra diligencia anteriormente, nos hizo entrega del expediente que se levantara en la ocasión, tanto de su Denuncia-Querella, como de la iniciativa en el mismo sentido de la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas.”

Me quedé sorprendido, aunque ya sabía que la solicitud de asilo había sido rechazada, según había trascendido, pero me dio la oportunidad la visita para conversar detenidamente con el alto funcionario venezolano, muy locuaz e inteligente, acerca de cómo se explicaba que gobernando en Venezuela un partido político como Acción Democrática, hermano gemelo del Partido Revolucionario Dominicano, se pudo llegar a esa conclusión negativa sobre la petición de asilo formulada.

Él me hizo un recuento de que eso se entendió, en principio, allá mismo, pero que su Presidente quiso agotar el procedimiento de siempre y convocó a la Comisión Consultora encargada de aprobar o desaprobar la solicitud del asilo.

Me dijo: “Yo pienso que el Presidente nuestro obedeció más a las normas y tradiciones que al afecto personal y a la consideración política, pero además, debo decirle que el sometimiento básico no dejaba brechas posibles para columbrar móviles destinados a la persecución política; ciertamente –agregó– se trata de un Expresidente y ésto siempre se alega, pero el diseño de la acusación era impecable para la demostración de que se está en presencia de hechos de criminalidad ordinaria, que no es posible desmentirla por decisiones nuestras.”

Hablé, naturalmente, otras cosas que no vienen al caso, por lo que debo repetir que sólo me anima a publicar esta Reminiscencia un hecho que ha ocurrido, como desencuentro, entre dos gobiernos de naciones hermanas, México y Ecuador.

He oido análisis y consideraciones, en un sentido u otro, acerca del asalto armado que se produjera en la Embajada de México, así como el arresto con violencias y vías de hecho sobre funcionarios diplomáticos y el apresamiento de un ex vicepresidente de Ecuador, cosa ésta que ha sido censurada y repudiada, se podría decir sin exageración a escala mundial.

Ello me ha hecho recordar algo de lo cual formé parte. Creo que si en México se hubiese puesto en práctica un mecanismo de consulta parecido al de la Venezuela de entonces, la decisión sobre el asilo solicitado por el expresidente ecuatoriano hubiera sido resuelta en cualquiera de los dos sentidos; es decir, otorgar la protección del asilo político, o denegarla, sin mayores traumas.

En verdad, la situación creada era escabrosa, pues el ex Vicepresidente ecuatoriano, peticionario del asilo, había sido condenado por sentencia definitiva e irrevocable, en ocasión del famoso expediente de alcances mundiales de Odebrecht, y él fue perseguido por otros hechos, creo que disipación de recursos destinados a compensaciones con motivo de algún fenómeno telúrico.

Estaba en libertad por Habeas Corpus cuando se produjo el ingreso a la Embajada y la solicitud correspondiente. Ésto, naturalmente, generó algún tipo de conflicto en la interpretación, porque hay dos Convenciones, una de Viena y otra de Caracas, donde el Asilo Político se establece en forma firme y bien determinada, aunque en la de Caracas se habla de la imposibilidad de concederlo a delincuentes ordinarios, condenados o por condenar.

El expediente que se ha suscitado realmente es penoso; se está en OEA procurando la suspensión de la membresía de Ecuador y eso lleva a uno a pensar: ¡Dios mío, cuál es la otra cosa que le puede pasar a Ecuador, en medio de tantas y terribles vicisitudes por las que atraviesa!

Es realmente preocupante y ojalá sirva de base para que los gobiernos asuman una iniciativa como ésta: cuantas veces se suscite un conflicto sobre una solicitud de Asilo Político determinada, y los gobiernos no se pongan de acuerdo en cuanto a la naturaleza de los hechos, sería la Corte Interamericana de Derechos Humanos una jurisdicción apropiada para dictar la decisión acerca de la suerte de tal solicitud.

Ahora bien, hacerlo por la vía de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ofrece el peligro de irrespetar la soberanía de los pueblos, de no intervenir en los asuntos internos. Pero, es evidente que la solicitud del Asilo se internacionaliza y podría crearse mejor algún otro organismo de la Organización de Estados Americanos (OEA) que de ser apoderado podría decir la última palabra sobre la viabilidad o el impedimento de la solicitud de marras.

Lo cierto es que en los momentos actuales duele tanto tratar estas cosas, sobre todo teniendo en cuenta los dos escenarios que hoy son Ecuador y Venezuela, pasando por esa cuerda floja del asilo, la persecución injusta y la libertad invocada o perdida.

A mi edad es cuanto siento. Es aciaga la hora de muchos de nuestros pueblos. Dios nos ampare.