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TESTIGO DEL TIEMPO

Abinader y los guardias

Parodiando un clásico del Son Cubano, le canto a mi presidente, Luis Abinader: “Mayeyo, no quiero que me engañes, respeta las fortalezas, no juegues con los guardias”.

Lo del domingo en Azua es una escaramuza macabra, desesperada y peligrosa, buscando enviar el mensaje: las Fuerzas Armadas apoyan la reelección.

Eso es, en extremo, descabellado.

Ningún “arraca vacas” puede pararse frene a una fortaleza para hacer videos de quienes entran y salen. Eso tuvo su pre-producción, producción y post-producción; quien aprobó la ejecución de ese proyecto está en extremo confundido, desesperado.

El video empezó a circular el domingo, día no laborable, y en minutos apareció un memorándum “sustituyendo” a los oficiales que comandaban esas dotaciones militares.

“Sustitución” no es “sanción”, sabemos leer. Por la Virgen de La Altagracia, no jueguen con la inteligencia colectiva, esos oficiales pudieron haber sido trasladados a mejores posiciones.

El mensaje está claro. Los candidatos del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y la reelección de Abinader tienen tanto apoyo militar que se abastecen de combustible en fortalezas. Quien le hace oposición a Abinader se opone a los cuarteles, y entonces la oposición está contra los guardias.

Abinader recurre a las Fuerzas Armadas para todo, desde la explosión de San Cristóbal hasta el teatro fronterizo y cualquier otra cosa. Eso se entiende, porque su PRM es muy “niño” en edad partidaria, compitiendo contra dos “viejos”, los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD).

Abinader tiene una estrategia clara: La justicia persigue a sus opositores políticos, politizando la justicia sin resultados judiciales, y con los guardias intenta asustar a quienes no puede trancar.

“¿Militares adónde van? ¡Al entierro de Guzmán!”, gritaban guardias con banderas coloradas en sus fusiles, mostrando lealtad a Balaguer cuando no quería entregar el poder en 1978.

Esos mismos guardias después olvidaron a Balaguer y juraron y demostraron lealtad al presidente Antonio Guzmán.

Los guardias “ni tienen memoria, ni guardan rencor”, nadie en su sano juicio y decencia, “cree en palabras de borrachos, promesas de guardias, ni amores de cueros”.