TESTIGO DEL TIEMPO

La evolución del pataleo

Mi amiga Fátima trabaja desde hace algún tiempo en un manual de auto-ayuda titulado “Cómo evitar que te Jo-dan”.

El subtítulo dice: “Nunca han des-jo-di-do a nadie”.

Fátima argumenta que, por eso, lo importante es “evitar que te jo-dan”. Dudo mucho que alguien salga de la librería sin comprar su libro.

En el trabajo ella explica que todos los métodos son “buenos, válidos, justificables y recomendables” para el noble objetivo de evitar ser jo-dido.

Y van desde jo-der al otro sin tregua para que nunca tenga tiempo de jo-der-te, hasta hacer como si estuvieses jo-di-do, para poner fin a cualquier intento de jo-der-te”.

Su propuesta luce atractiva, sobre todo para los políticos, porque después que el palo está dado, no hay forma de “des-darlo”. Eso lo demuestran algunos hechos recientes.

Desde la convención del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que “ganó” El Penco, cruzando por las elecciones del Colegio de Abogados y el contrato de AERODOM.

En esos casos, la única opción de los perdedores es ejercer el tradicional y sagrado derecho al pataleo, que en hechos recientes evolucionó hasta crear nuevas expectativas falsas.

Las explicaciones sobre el algoritmo y otros tecnicismos no cambiaron el resultado de la convención peledeísta. El expresidente Leonel Fernández “perdió”. Fin de la historia.

El pataleo evolucionó, ahora tiene un componente tan novedoso como inútil. Hoy todos los que sienten que han sido timados, solo les queda acudir a los tribunales.

Cuando el gobierno perdió en las elecciones del Colegio de Abogados fue a “los tribunales”. Fernández, incómodo con la renovación del contrato de AERODOM, va “a los tribunales”.

Y dicen eso con tanta seriedad, simulando que creen en los mismos tribunales que ellos se aseguraron de que sean inútiles veletas políticas.

Los tribunales son ahora la última frontera en la evolución del pataleo. Fátima todavía no ha terminado el manuscrito que le hará un gran servicio a la sociedad, reduciendo la presión que tienen nuestros inútiles tribunales.

Prometo mantenerlos informados sobre ese importante proyecto literario.

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