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Reminiscencias

Reminiscencia compleja

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Marino Vinicio Castillo R.Santo Domingo, RD

Caamaño era la preocupación; el Norte tenía claro que su importancia se originaba no sólo en el papel brillante que jugara en el ´65. Sabía, además, que podría perder relevancia si proseguía el proceso de captación de la izquierda de su prestigio; que el gesto mayor de rebeldía fue de inspiración militar, con apoyo popular, sin ideología de base.

En guerra fría, Fidel Castro se llevaría su coraje para el campo socialista; pero, en honor a la verdad, no para el foquismo, pues ya había tenido la experiencia terrible del Ché en Bolivia.

Sabía que si Francis venía a combatir, las Fuerzas Armadas lo devastarían a corto plazo; de ahí surgió la idea de la trampa de “Águila Feliz”: Si se derrocaba a Balaguer por atentado, el vacío sería propicio para una lucha revolucionaria, encabezada por esa híbrida especie de combatiente: hijo de un importante general de Trujillo, héroe nacional por su resistencia a la intervención extranjera. No hay duda, lo más plausible.

Oí el relato de un joven oficial, de entonces, que lo persiguió en las montañas; escribió un libro que saldrá en junio y no me quedan dudas, por lo que dijo, que Caamaño vino, más que a combatir, a internarse y aguardar sucesos que se daban por inminentes, en días, quizás en horas.

Era una maniobra lo del “vacío de poder” y, al ejecutarle prisionero, la izquierda reclamó la paternidad del inmolado, que ya venía de Cuba, entrenado allí, y en compañía de hombres valiosos de la revolución. Unos se salvaron, otros perecieron.

La investigación histórica no espera más; no necesariamente por los relatos de quienes participaran, sino más bien mediante el análisis de los hechos y circunstancias que precedieron, siempre contando con lo aportado por los participantes de la ocurrencia, cuidándose de los acomodamientos de perspectivas.

Por ejemplo, Simón Tomás Fernández, un inolvidable amigo, escribió su experiencia con un ex triunviro, acerca de la tragedia de Manaclas y su autoría intelectual. Diez años después, también tuve una experiencia directa en labios del mismo personaje, acerca de la desaparición inminente de Balaguer. El tiempo que transcurrió entre los testimonios favorecerían la interpretación histórica en la cuestión delicadísima de la autoría intelectual de las ejecuciones en la Cordillera Central de ambos líderes nacionales.

Desde luego, quedaría la averiguación de la persuasión a Caamaño de viajar a Cuba y la influencia posible de aquel doble agente en París, que evitó la misión conferídale a Montes Arache por el padre del Coronel, en cuanto a que no lo hiciera.

A mí también me ocurrió, como precedente, que asistí a la inauguración de una escuela en La Cuaba de Macorís, días después del incidente con el ex triunviro en el cumpleaños del amigo común, que contara en una Reminiscencia anterior.

Conté, además, mi denuncia alarmada de un complot contra el gobierno de Balaguer en el programa “Sea Usted el Jurado”, y la invitación de éste, aparentemente para comentar el programa, pero, tan enigmático como era, me convencí de que la entrevista era confirmatoria de mi pronóstico, y me dijo: “Imagínate, hasta Juan sabe de ésto.” Después le oí hablarle de pie a la nación del “Plan Águila Feliz.”

Cuando estaba en la escuela a inaugurar llegó su helicóptero y noté que lo sobrevolaba un Caza P-51, que siguiera evidentemente hacia la Base Aérea de Santiago.

Pude hablar con su piloto comandante; lo conocí al volar dos veces a mi Estancia María Virgen por gentileza del Presidente, que estaba muy agradecido de mi concentración en mis funciones agrarias.

El joven militar me dijo: “Está dándose una situación peligrosa y se espera un ataque en el aire.” En efecto, cuando regresaba el Presidente, apareció el Caza de escolta. Trampa tremenda la de crear la falsa seguridad de magnicidio; abrir vacío de poder y allanar la irrupción del Coronel de Abril, que estaría en la Central; que se oiría “el tableteo de las ametralladoras” de un “Coronel casado con la gloria”, según afirmara un importante líder nacional en Puerto Plata.

Todos fueron engañados por el espejismo que engendrara la Inteligencia mejor dotada del mundo. Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Peña Gómez, como Francis Caamaño, estacionado en Cuba, movidos a error por las expectativas de un estallido que sobrevendría.

Todo eso debe ser tratado sin el lastre de las pasiones ideológicas. Tamaña tarea, para dentro de dos décadas podría ser, cuando se puedan conocer los datos de Cuba y su “doble agente” en París, que fuera decisivo en la captación ideológica del glorioso Coronel de Abril.

Tengo que deplorar el uso del condicional if de los sajones; es decir, la cuestión de suponer “si hubiera ocurrido de tal modo, tales o cuales cosas pasarían”. Caamaño como “candidato de la política tradicional, hubiera sido muy importante para la democracia”. ¿Esta democracia que estamos padeciendo lo hubiera dejado sobrevivir y reconocer como héroe nacional? No. Una expresión del Nasserismo era lo que preocupaba al Norte. Es decir, el pueblo de uniforme, amante de su Patria, protegiendo sus fueros. Algo que debió ser Chávez, si la muerte no hubiera tronchado su vida y la fascinación ideológica no lo hubiese atraído a lo que otros han venido a hacer con la otra Patria hermana, sometida a rigores inmensos.

Esta Reminiscencia compleja la hago en momentos difíciles. Les ruego leer La Pregunta de esta semana, que está más allá de la frontera de mis 900 palabras.